No se lo pierdan. Jonathan Knight es un tipo supercool que tiene una peluquería en Sunset Strip llamada..."Mr. Jonathans". El lugar suele estar bastante concurrido por féminas de todo tipo que acuden para disfrutar de los servicios del citado personaje o en su defecto de sus dos atolondrados estilistas que animan el ambiente de la peluquería. Algunas clientes solicitan servicios privados a lo que Mr. Jonathan, dependiendo de su agenda, acepta gustosamente. No lo olvidemos: He´s Bad...He´s Mean...He´s loving machine!. En la peluquería también trabaja Brenda, una simpática joven cuyo pasado le va jugar una mala pasada. Unos maleantes aparecen por el local amenazándola para que vuelva con su antiguo novio, un mafioso blanco que responde al nombre de Mr. Wilson. Mr. Jonathan añadirá a su curriculum el calificativo de Killing Machine.
Black Shampoo (1976) es la quintaesencia del cine de explotación de la época y además hace alarde de ello. Todos los personajes cumplen a rajatabla lo que se espera de su rol y son empleados de la peor manera posible. Su protagonista es el macho negro violento e hiper-sexualizado que sólo surge en fantasías de este calibre. Las mujeres que se cruzan en su camino son ninfomanas en celo, en su mayoría blancas, que intentan satisfacer su deseos más primarios. La pareja de peluqueros que trabajan en "Mr. Jonathans" son dos locas tratadas de la peor de las maneras, tanto en lo físico como en lo humorístico. El mafioso Mr. Wilson es un tipejo que vive a lo grande pero carece de personal para ello. Solo le vemos acompañado de tres matones que le hacen el trabajo sucio. Los facinerosos son violentos, caricaturescos y un poco sádicos. La coprotagonista de la aventura tan pronto cae en los brazos de Mr. Jonathan como regresa con Mr. Wilson, siempre voluntaria a mostrarnos su sugerente anatomía.
Los créditos iniciales a ritmo de un espectacular tema a cargo del desconocido Gerald Lee sugieren una blue movie que posteriomente no se desarrollará. Una joven rubia es atendida por nuestro protagonista y sus atenciones capilares despiertan sus fogosos deseos carnales que serán satisfechos por la corpulenta maquina sexual que protagoniza la película. Lo que sigue es una mezcla de comedia barriobajera, aderezada con algo de drama y romance, para mutar de manera inesperada en un thriller bastante violento en su desenlace.
Mr. Jonathan maneja las situaciones con despreocupación y chulería. Presto a ejercitar la entrepierna como a repartir guantazos a los matones de turno, se enfrenta al villano con arrogancia y una temeridad a prueba de bombas. Abandonado por la dubitativa Brenda, se desfoga con una de sus clientes a la puerta de su casa como quien no quiere la cosa. Cuando la violencia estalla se mostrará muy habil en su ejercicio. Ya sea con una motosierra, utilizando una pistola o un palo de billar, cualquier arma es buena para machacar a los molestos gangsters. Entre medias, momentos románticos que sonrojan al respetable, una fiesta ranchera-nudie montada por sus estilistas, misantropía fisica al estilo Stallone y ocasionales visitas sexuales a algunas de sus admiradoras (y familia).
Greydon Clark aprendió el oficio como becario de Al Adamson y el olfato comercial de este último lo ejerció en toda la regla. Con 50.000 dolares y dos semanas de rodaje, Clark factura su segunda blaxploitation sin problemas ni excesivas novedades. El libreto a cargo de Alvin L. Fast y el propio director resume algunos de los peores momentos de este tipo de películas por lo que los amantes del cine trash tienen diversión asegurada. Protagoniza John Daniels visto anteriormente en un papel similar en The Tangerine Candy Man (1975) bien acompañado por Tanya Boyd, recien salida de una de las desventuras de la terrible Ilsa. La factura visual a cargo de Dean Cundey, en sus primeros pinitos en esta labor, y con resultados superiores a este tipo de producciones.
Lo mejor: Los créditos del filme, la música de Gerald Lee y sus posturas politicamente incorrectas.
Lo Peor: su indigesta mezcla de géneros.
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