jueves, 27 de agosto de 2009

THE VELVET VAMPIRE (1971)

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Stephanie Rothman fue la primera directora que trabajo para Roger Corman. De trayectoria corta y esquiva, siempre en las fronteras del cinema B y la explotation, su obra esta siendo recuperada en los últimos años gracias a los componentes feministas, sociales e incluso políticos que aparecen en sus películas. Siempre asociada a su fallecido marido Charles Swartz (en tareas de producción y guión), la Rothman facturó para Corman un par de películas dentro de la New World para después cruzar la calle y fundar junto a Lawrence Woolner, la Dimension Pictures, una de las indies que surgieron allá por los 70 para suministrar todo tipo de películas a los drive-ins y a las grindhouse.


La película que aquí nos ocupa es una joyita de principios de los 70, rodada con escaso presupuesto que añadía algunas gotas de originalidad al tema vampírico. Si en Europa, los upiros sufrían un proceso de erotización por parte de la Hammer, Jesús Franco o Jean Rollin, en Estados Unidos las propuestas procedentes del cine independiente actualizaban las constantes vampiricas con vinculaciones a la adicción a las drogas, la contracultura y los ambientes esotéricos. Yorga, Khorda y compañía revolucionaron la imagen que hasta entonces habían implantado la Universal y la Hammer en el inconsciente popular, llevando el vampirismo a ciudades o villorrios modernos.


Hija de estas propuestas es la maravillosa Diane LeFanu, vampira cool, que seduce y atrae a sus victimas a su solitario rancho ubicado en pleno desierto. Mientras sacia su sed de sangre el sol y las cruces apenas la dañan; cuando su adicción escapa a su control ambos elementos la ocasionará su consiguiente desaparición. Diane conoce a una pareja mientras asiste a una exposición escultórica en la galería Stoker, y a los que invita a pasar unos días a su casa. La pareja acepta inconscientes de lo que les espera.


Rothman invierte los habituales roles en los filmes vampíricos. Aquí los personajes masculinos son debiles y pusilánimes y caen fácilmente en las redes de Diane. Sin embargo, su rival femenino movida por los celos y por sensaciones y sueños extraños se mantiene siempre precavida ante la acechante y misteriosa dama de rojo. Rothman se permite el lujo de otorgar al conjunto momentos oníricos y escenas de evidente romanticismo necrófilo que otorgan al conjunto un cierto toque europeo nada impostado.


The Velvet Vampire revoluciona sin proponérselo el género vampírico, abriendo una nueva vía que desafortunadamente no fue seguida posteriormente. Lejos de conformarse con dar una simple imagen erótica del upiro, Stephanie Rothman acude a las fuentes del personaje para actualizar el mito sin dañar su esencia, otorgando por ello uno de los personajes más fascinantes y desconocidos de la historia del vampirismo cinematográfico. Una obra que confirma los aires de cambio que a comienzos de los 70, se vívian en la tradición de los chupasangres: Yorga el vampiro, El retorno de Yorga, The Deathmaster, Martin o Ganja & Hess en las pantallas; La Tumba de Drácula o Vampire Tales en los comics; la aparición de Entrevista con el vampiro de Anne Rice en el mundo literario….