martes, 27 de abril de 2010

NEW JACK CITY (1991)


Veinte años después del boom provocado por el éxito mediático de Las noches rojas de Harlem (1971), otro film de género de claras connotaciones raciales se convertía en el insólito estandarte de una nueva oleada de películas dirigidas por directores afroamericanos. Visto actualmente, aquella maniobra no dejaba de ser una nueva vuelta de tuerca made-in-Hollywood, de claro sesgo comercial por dar salida a una corriente ya esgrimida en lo musical desde la década de los 80. Spike Lee ya llevaba unos años soltando contundentes aldabonazos a la bienpensante sociedad WASP, y aunque se le introdujo en el citado boom, acogió tal designación con indudable ironía. De aquella avalancha de cine afroamericano, quedaron algunos títulos reseñables (Los chicos del barrio, Redada en Harlem, Un paso en falso..), muchas promesas perdidas por el camino (John Singlenton, Matty Rich, Reginald Hudlin, Mario van Peebles, Carl Franklin), algún que otro cadáver (Joseph B. Vasquez) y especialmente, un grupo de actores y actrices que dieron el preciado salto al mainstream cinematográfico (Snipes, Washington, Samuel L. Jackson….). Spike Lee y Charles Burnett siguieron siendo los de siempre, y esta moda pasajera apenas alteró su particular modus operandi.


New Jack City narra el ascenso y caida de Nino Brown, un narcotranficante que lidera un variopinto gang, y crea su imperio de poder desde un bloque de edificios que actua como auténtica fortaleza. Sus enfrentamientos con otros mafiosos, la enconada persecución policial y las repercusiones de la droga en el vecindario serán desarrolladas a lo largo del film.


La figura de Mario Van Peebles entroncaba perfectamente con la blaxploitation setentera. Su padre es uno de los directores más importantes del cine afroamericano y New Jack City actualiza modos y maneras de los policiacos afroamericanos de los 70, amen de unirse a la vertiente gangsteril reabierta por Scorsese y Coppola, en los años anteriores. El resultado es desigual, tan efectivo como en ocasiones ingenuo, poblado de ideas y mensajes aleccionadores burdamente expuestos pero indudablemente irrebatibles.


Desafortunadamente a Van Peebles le pierde la intención de decir muchas cosas y de la manera más cool. El film es una obra antidroga pero cuida hasta la saciedad la estética de los gangsters (parecen en ocasiones una banda funk de los 80); los policías actuan por su cuenta, casi como un grupo organizado ajeno a las ordenes superiores, aunque sus peleas internas son de patio de colegio; prevalece el imperio de la ley pero en última instancia prima la justicia urbana mostrada de manera muy poco poética; la violencia aunque criticada campa a sus anchas perfectamente acondicionada por un score poblado de temas hip hop. En el terreno formal Van Peebles juega muchas bazas desde el videoclip al realismo urbano cámara en mano, sin olvidar la saturación cromática y las fugas de luz ochenteras logrando un batiburrillo estético poco convincente aunque muy afín al público al que va destinado la película (lo que el director denominaba como toque “New Jack”).


New Jack City fue el sleeper del año, la película que todos quisimos ver y que nos dejó muy fríos una vez visionada. Una obra pensada para la polémica, un auténtico airbag que consiguió importantes réditos en taquilla. Posteriores visionados, nos han hecho valorarla aunque desde una postura muy magnánima. Es uno de los pocos films en retratar la problemática del crack, que en los 80 destrozó muchos suburbios americanos, y aunque lo hace de manera muy superficial, hay que reconocerla esa valentía (no le llega en ningún momento al brutal retrato que Spike Lee desarrolló en su irregular Jungle Fever) El otro aspecto valorable es que de manera involuntaria consiguió que las nuevas generaciones empezasen a valorar/recuperar un fenómeno que durante años habia sido ninguneado por la intelligentsia crítica: la Blaxploitation. Aunque para esto último faltase una pieza importante para cuadrar el puzzle mediático: Quentin Tarantino.

martes, 13 de abril de 2010

PANTHER (1995)


La tercera película como director de Mario Van Peebles surge como una obra más personal que sus dos primeras películas, manteniendo algunas de las constantes definidas en sus anteriores trabajos. Si en New Jack City (1991) había optado por el thriller gangsteril con evidente comentario social (es uno de los pocos títulos que trata, aunque sea de manera irregular, de la problemática del crack) y en la muy fallida Posse (1993) se decidía por el western negro reivindicativo, Panther (1995) opta por el cine político-dogmático con pocas opciones y/o concesiones para la reflexión personal. El film es una adaptación de una desconocida novela de Melvin Van Peebles, que en realidad intenta vincularse con el activismo político que sus padres ejercieron en los movidos y oscuros años 60 y comienzos de los 70. No olvidemos, ya lo hemos comentado en otras ocasiones, que Melvin Van Peebles fue elegido por el Movimiento de los Panteras Negras como cineasta emblema de su ideario, teniendo al mítico Sweet Sweetback Baadasss Song (1971), como ejemplo puro de lo que debía ser el auténtico cine negro.


Panther recoge a lo largo de tres años, desde 1966 a 1968, el desarrollo y principales acontecimientos que jalonaron la historia de este popular movimiento negro, así como, la operación de acoso y derribo llevada a cabo por el FBI bajo el nombre de COINTELPRO.


Desafortunadamente, ante tan buenos mimbres cabe lamentar el bienintencionado pero a la postre inane resultado de la película. Fiel a su habitual desorden estético-narrativo, Van Peebles mezcla acción, mensaje, discursos, drama e incluso humor, sin ningún tipo de calado ni reflexión sobre los acontecimientos narrados. Si las primeras imágenes del film, de claro sesgo documental hacen prometer una obra discursiva relevante, la posterior ficción narrada no está a la altura de lo expuesto. Y es llamativo, que en apenas tres minutos y con imágenes relevantes de los años 60, Van Peebles logre lo que en la posterior hora y media nunca consigue: concisión, impacto y reflexión.


Panther casi podría verse como una involuntaria parodia de los distorsionados films políticos que durante dicho periodo estaba realizando Oliver Stone. Frente a las laberínticas y en muchas ocasiones panfletarias propuestas del director de JFK (1992), el director afroamericano opta por una narrativa lineal, efectiva en ocasiones pero sonrojantemente ingenua. Nunca se llega a entender el que personajes secundarios contrarios al movimiento, de la noche a la mañana, se conviertan en fervientes militantes negros; que en la aceptación del ideario no surjan las voces discordantes y cuando aparecen son rapidamente ninguneadas; que los acontecimientos relevantes se sucendan a lo largo del metraje sin ningún peso ni espesor y que los principales personajes del movimiento parezcan en muchas ocasiones títeres disfrazados sometidos a un fuerte ideario.

En el lado positivo, cabe reseñar que los puntos principales del movimiento aparecen fielmente reflejados en la obra (no podía ser de otra manera), con un voluntarioso didactismo que en muchas ocasiones cabe pesando en el desarrollo de la película. Como sucedía en New Jack City (1991) y de manera más acusada en Posse (1993), Mario Van Peebles se muestra dubitativo ante el tono narrativo de la obra que nos intenta desarrollar, consiguiendo una pieza de cine mutante, correcta en sus propuestas pero firmemente desaprovechada en sus resultados. Una verdadera pena y más viniendo de un cineasta, conocedor por herencia familiar del asunto del que nos habla.

domingo, 11 de abril de 2010

EVANDER HOLYFIELD:BACK IN LAS VEGAS


Pululando por la red me encuentro a Evander Holyfield venciendo por KO en el octavo asalto al sudafricano Frans Botha. El combate tuvo lugar en Las Vegas pero la pelea, dada la situación de tensión en el cono sur africano tenía su morbo. Holyfield a sus 48 años, antiguo campeón de los pasos pesados, se adjudicó así el título de la Federación Internacional de Boxeo. Os dejo con unas cuantas instantáneas del evento. Va por usted Eduardo.