sábado, 31 de enero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO (V)

4.- Enter the Hammer


Gangsters, vaqueros, detectives, expolicías….en una palabra hombres de acción. Fred Williamson lo tuvo claro desde el principio y su papel dentro del mundo del cine fue encarnar al auténtico Black Action Hero. Figura simbólica, de imponente físico enfrentado de manera constante al Hombre, que animaba a una raza en minoria y degradada, a luchar constantemente por sus ideas y principios. Realmente, su imagen fue utilizada de manera mercantil por todo tipo de productores en su mayoría blancos, para sacar grandes beneficios de las clases más desfavorecidas aprovechando una moda que duró apenas un lustro. Sin embargo, Williamson intentó mantener en todas sus propuestas el elemento reivindicativo aunque en muchas ocasiones el producto filmado fuese dirigido a la gran mayoría.

Ya en una de sus primeras peliculas como protagonista Hammer (1972), encarnaba a un estibador que se convierte en luchador profesional gracias a sus conexiones con la mafia, que controlará todos sus pasos. Este drama de ambiente boxístico se adelantaba unos años a la fiebre Rocky y ya colocaba a los mobsters blancos en el lado enemigo, algo habitual en las producciones del protagonista de Boss Nigger. En el reparto ya estaban habituales del subgénero como Vonetta Mcgee o D´Urville Martin, y de la dirección se ocupó Bruce D. Clark, un asiduo al cine B, que años después filmaría la psicotronía espacial La galaxia del terror (1980).

Bolt, agente secreto (1973), dirigida por el veterano Henry Levin, se acercaba al siempre atractivo mundo de las spy movies, en una enrevesada trama turística entre Las Vegas y Hong Kong, en la que no faltaban artes marciales, números musicales, persecuciones automovilísticas, elementos cómicos y algún que otro desnudo para animar la función. Williamson encarnaba a un émulo de 007 que debe transportar un maletín repleto de dinero y es perseguido constantemente por todo tipo de mafiosos; sin embargo, la escasa repercusión del film impidió nuevas aventuras del personaje. El guión corrió a cargo de Charles Johnson, guionista también de la citada Hammer (1972), y de otras blaxploitation como Slaughter´s Big Rip-off (1973), Mean Muthers (1974) o Monkey Hu$tle (1976).

En Bucktown (1975), otro de sus pequeños hits, el actor de color formaba pareja con Pam Grier, un envidiable reclamo para las taquillas de entonces. La película, con sospechosos parecidos con Polvora Negra (1972), es una típica historia de venganza, con un hombre que tras regresar a su pueblo para enterrar a su hermano, se tiene que hacer cargo del club que regentaba el fallecido y logrará, ayudado por viejos amigos, desenmascarar la trama de corrupción policial que le llevó a la tumba. De nuevo, el racismo estaba detrás de muchos de los acontecimientos que acontecen a lo largo del metraje. Distribuida por la A.I.P., la película fue dirigida por Arthur Marks, un cineasta bastante gris, que por esos años se prodigó en el subgénero en títulos conocidos: Detroit 9000 (1975), J.D.´s Revenge (1976), Friday Foster (1975) y The Monkey Hu$tle (1976).

miércoles, 28 de enero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO (IV)

3.-Harlem va al oeste


En los años 30, Gene Autry y Roy Rogers llenaban los cines con sus westerns musicales repletos de canciones, caballos, salones y aventuras. El cantante afroamericano de jazz Herbert Jeffries quiso emularles y convenció a algunos incautos a producir películas similares, protagonizadas por él y donde podía desplegar sus composiciones más country. Jefffries interpretó cuatro títulos a lo largo de los años 30, en los que además llegó a coescribir, montar e incluso ocuparse de la música. A finales de 1936, se estrenaba Harlem on the Prairie, que fue seguida por Two gun man from Harlem (1937), Harlem rides the range (1937), The Bronze Buckaroo (1938) y un quinto film que quedó inconcluso. Estos son los primeros ejemplos de western negro que se conservan, algunos de cuyos fragmentos fueron utilizados por Mario Van Peebles en Posse (1993).


Fred Williamson sin las pretensiones de emular a los míticos cowboys cantantes desenfundó las pistolas en seis títulos a lo largo de los 70 en los que el componente racial no quedaba reducido al mero estereotipo. Así, en su encarnación de Nigger Charley interpreta a un esclavo huído que solo busca encontrar la libertad en el viejo oeste y es acechado junto a dos amigos por una partida de pistoleros blancos que les persiguen impunemente. Eran los años del revisionismo histórico y del western denuncia y estos films son claros ejemplos de esta corriente. Dirigida por Martin Goldman, La Leyenda de Nigger Charley (1972) fue una de las películas más taquilleras de la Paramount ese año, y su éxito generó una secuela The Soul of Nigger Charley (1973). Esta última, a diferencia de la anterior que estaba ambientada en los años previos de la guerra civil, transcurría en pleno conflicto bélico donde Charley y su amigo Toby (encarnado en ambos films por D´Urville Martin) intentan liberar a un grupo de esclavos capturados por un coronel sureño. La película fue dirigida por Larry Spangler, productor de ambas películas que volvió a repetir con Williamson en un tercer western: Joshua (1976).


Jack Arnold, uno de los nombres fundamentales del cine de serie B norteamericano de los años 50, dirigió en el crepúsculo de su carrera a Fred Williamson en dos películas. Por un lado, en el policiaco Black Eye (1974), en el que el actor de color encarnaba a Stone, un detective envuelto en una oscura trama en la que no faltan las drogas, los asesinatos y el mundo del cine porno. La experiencia les gusto y repitieron en Boss Nigger (1975), un nuevo western en el que Williamson de nuevo emparejado con D´Urville Martin, encarnan a una pareja de cazarecompensas que imparten su ley en una ciudad de mayoria blanca en el lejano oeste mientras intentan atrapar a un peligroso forajido. En el reparto sobresalen los siempre torvos R.G. Armstrong y William Smith.


Finalmente, y junto al insólito western italoamericano Por la senda más dura (1975), segundo encuentro del black-pack rodado esta vez en tierras españolas, cabe mencionar Adios Amigo (1976) incursión comica en el lejano oeste escrita, producida, dirigida y protagonizada por el propio Williamson, acompañado para la ocasión por el finado Richard Pryor. La película cuenta las desventuras de una pareja de desastrados forajidos y sus intentos por dar el golpe perfecto, y supuso uno de los primeros trabajos de Po´Boy Productions compañía creada por el propio actor un año antes. La compañía también produjo el citado Joshua (1976), típica historia de venganza familiar, con reminiscencias del eurowestern, encarnada aquí por un soldado negro que a su regreso de la guerra averigua que su madre ha sido asesinada por una banda de facinerosos blancos. La película conocida también como Black Rider, contó con un guión escrito por el propio actor y en un pequeño papel nos encontramos a la actriz mexicana Isela Vega.

lunes, 26 de enero de 2009

FRED WILLIAMSON : EL MARTILLO NEGRO (III)

2.- Infierno en Harlem


El éxito del primer film sobre Tommy Gibbs exigió una rápida continuación con el mismo equipo. La A.I.P. volvió a respaldar el proyecto y así se comenzó a rodar Hell up in Harlem, sin un guión establecido y con varios inconvenientes que fueron resueltos sobre la marcha. Por un lado, había que resucitar al personaje central tiroteado al final de Black Caesar, y abandonado a su suerte en un desolado solar. Por otro lado, Fred Williamson no estaba disponible ya que estaba rodando en esas mismas fechas una película para Universal. Y al mismo tiempo, para liar aún más las cosas, Larry Cohen estaba rodando otra película, Estoy Vivo.

Sin embargo, el director de Demon, resolvió todos estos escollos con su particular filosofía cinematográfica. Resucitar a Tommy Gibbs fue fácil con una serie de trucos de guión. Con Fred Williamson se rodó los fines de semana, siendo sustituido por un doble durante el rodaje semanal, y disimulando sus ausencias dando mas papel al personaje de su padre (un estupendo Julius Harris), auténtico protagonista de la primera mitad de la secuela. Lo de simultanear rodajes era fácil para alguien acostumbrado al cine guerrilla. Cohen rodaba mucho, barato y deprisa, en ocasiones rozando el caos, sin planning previo ni productor, sin pedir permisos de rodaje e incluso sin informar al estudio de lo que estaba haciendo. Esto se aprecia claramente en muchas escenas callejeras o en las escenas del aeropuerto, rodadas ante la cara de perplejidad de much@s viandantes sorprendidos con lo que estaba sucediendo a su alrededor.


Todos estos desfases se aprecian en Hell up in Harlem (1973), delirante prolongación de la película original, repleta de tiroteos y escenas violentas, situaciones gratuitas, algún que otro desnudo, enfrentamientos raciales, black fashion, explosiones y simuladas situaciones dramáticas para dar algo de empaque al producto final. Pese a todo, el resultado aunque muy inferior al original es francamente disfrutable, especialmente por los constantes giros argumentales con los que Cohen va tapando los constantes agujeros de guión.


La banda sonora volvió a ser excelente aunque no corrió a cargo de James Brown, cuyo score fue rechazado por Cohen (este material descartado pasó a formar parte de su mítico album “The Payback”). La música corrió a cargo del tandem Mizell & Perren con Edwin Starr poniendo su voz a excelentes temas como Easin´in, Big Papa, Ain´t it hell in Harlem o la maravillosa Like we used to do.

viernes, 23 de enero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO (II)

1.- El ascenso y caída de Tommy Gibbs


Larry Cohen escribió un argumento para un posible proyecto para Sammy Davis Jr., a petición de su manager. El guión no le gustó al cantante así que el director se lo guardó para una mejor ocasión. Después de realizar Bone, Sam Arkoff contrató a Cohen para hacer algunas películas de acción para el público de color ante la fuerte demanda que vivía el mercado en ese momento. Cohen ofreció al director de la A.I.P. el citado proyecto, que aceptó rapidamente y cuyo trato se cerró contratando a Fred Williamson para el papel protagonista.


Black Caesar / El Padrino de Harlem (1973) no era la típica blaxploitation de la época ni tampoco una copia barata del film de Coppola. Cohen actualizó el viejo clásico de Melvyn Le Roy, “Hampa Dorada” (1930), llevándolo a los barrios marginales afroamericanos pero sin ensalzar a su protagonista, un gangster negro en la línea de Bumpy Johnson o Frank Lucas, que en su ascenso al poder acaba perdiendo el imperio que ha creado. Tommy Gibbs es un afroamericano que solo quiere hacer real el sueño americano, una quimera creada por el poder blanco que lógicamente no está a su alcance. El personaje perfectamente incorporado por Williamson es descrito desde sus orígenes como limpiabotas en su infancia hasta su posterior progreso, que le lleva a controlar la mayor parte de Harlem.


El guión de Cohen no olvida los punzantes comentarios raciales: Gibbs consigue dar el salto gracias a que consigue un libro de cuentas donde aparecen especificados todos los sobornos a políticos y policías blancos de Nueva York.Y, en uno de los momentos más recordados de la película, el gangster golpea al racista policía Mckinney con la caja de limpiabotas y le obliga a cantar “Mamy” como Al Johnson, tras embadurnarle la cara con betún.


Harlem aparece mostrado en su total pobreza urbana, un barrio que se une para defenderse de los dueños de los negocios sucios y los criminales blancos que les extorsionan, pero que no duda en impartir justicia urbana con uno de los suyos si ha cruzado el límite establecido. Cohen como en otros títulos de su filmografía plantea muchas ideas que no acaba de desarrollar, alternando efectividad y tosquedad fiel a su estilo de cine-guerrilla. De la estupenda banda sonora se ocupó el inolvidable James Brown y en el reparto aparecen algunos rostros conocidos del subgénero como Gloria Hendry, D´Urville Martin, Julius Harris o Don Pedro Colley.

jueves, 22 de enero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO

Es llamativo que Larry Cohen, uno de los nombres más interesantes de la moderna serie B americana, iniciase su trayectoria como director, con una serie de vigorosos títulos blaxploiters, que hoy en día deben ser considerados entre lo más interesante del cine afroamericano. Aparte de la extraña e irónica Bone/Housewife/Dial rat for terror/Nido de ratas (1972), tragicomedia en clave social protagonizada por el gran Yaphet Kotto, Cohen facturó Black Caesar/ El Padrino de Harlem (1973), uno de los títulos más representativos del subgénero que llevó al estrellato a su protagonista, Mr. Fred Williamson.

Este ex-jugador profesional de fútbol americano, dejo la empresa de arquitectura que había montado en Montreal para introducirse en el mundo del cine. Después de un breve paso por la TV en algún capitulo de series como “Ironside”, “Star Trek”, “MASH” o “Julia”, Williamson tiene la oportunidad de saltar a la gran pantalla ante la fuerte demanda de películas de género protagonizadas por actores de color. Su look duro y atractivo le convirtieron en auténtico estandarte del la blaxploitation, trabajando en una veintena títulos a lo largo de toda la década de los setenta, lo que le llevó a conseguir una enorme popularidad entre el público de la época. Además, The Hammer, asumió nuevos retos pasando a dirigir y producir sus películas lo que hizo que fuese uno de los escasos actores de color que pudo continuar trabajando con asiduidad una vez finiquitada la blaxploitation.


Este auténtico tough guy, con pistola y puro en mano, impuso su ley en westerns y action-movies de bajo presupuesto, con cierto gusto por encarnar a una serie de personajes que en ocasiones, repetía con una cierta asiduidad: el forajido Nigger Charley, el mafioso Tommy Gibbs, el detective (y algo más) Jesse Crowder, el lt. Robert Malone, el inspector Dakota “Dak” Smith…


Sus películas, en muchos casos limitadas por carencias de todo tipo, sirvieron para mantener aunque de manera muy residual un cine de género protagonizado por actores de color enfrentados una y otra vez al sistema que les mantiene oprimidos, y que han logrado de diversas maneras y formatos, llegar hasta nuestros días.

martes, 20 de enero de 2009

COBRA NERA (1987)


En una parte de América, una banda de criminales exaltados y sanguinarios lleva más de un mes aterrorizando a un condado. El capitán Walter destina al expeditivo Robert Malone, un policía de armas tomar, para que proteja a Elys, testigo ocular en uno de los asaltos del siniestro gang. Malone impide en un hospital que Snake, el líder de la banda y sus hombres acaben con ella. Pero la amenaza y los actos de vandalismo prosiguen……

Fenecida la blaxploitation, muchos de sus máximos implicados se vieron abocados a un triste devenir. En muchos casos, sus apariciones fílmicas se fueron espaciando en el tiempo o fueron adoptando roles muy secundarios en todo tipo de producciones. Otros tuvieron que dejar el cine ante la escasez de proyectos que se les ofrecían. El caso de Fred Williamson es sin duda alguna especial. El actor, se reconvirtió a mediados de los 70, en director, guionista y productor de sus propias películas, y no le hizo ascos a las llamadas de otras cinematografías como la italiana, con la que colaboró ampliamente en los años 80.


Siempre atenta a los éxitos del mercado internacional, la industria italiana de género se fue cavando su propia tumba con títulos como "Black Cobra", plagio latino en clave negra del éxito de taquilla del oscuro tandem Stallone-Pan Cosmatos. La fotocopia se desarrolla durante un pesado metraje a ritmo de sintetizador, con stock-footage disimulando pobremente el rodaje transalpino, alargado con escenas de acción y replicas insustanciales, que repiten punto por punto (gato incluido), las aventuras del nada pusilánime Marion Cobretti, “Cobra” para la galería, e incluso hacen bueno al modelo original.

El resultado roza el ridículo en múltiples ocasiones, no solo por la palpable falta de presupuesto, sino por la evidente atonía narrativa que le imprime Stelvio Massi, antaño uno de los más profusos cultivadores del poliziesco all´italiana y quizás conciente del imposible desaguisado en el que estaba inmerso.

El negocio no debió de ir muy mal. Fred Williamson, volvió a encarnar al personaje en un par de secuelas (la segunda de ellas como miembro de la Delta Force….) y en un, llamémoslo de alguna forma, spin-off, de título poco original: “Detective Malone”.