viernes, 18 de octubre de 2013

BLACK SHAMPOO (1976): PICTURES 2








BLACK SHAMPOO (1976): PICTURES








BLACK SHAMPOO (1976)



No se lo pierdan. Jonathan Knight es un tipo supercool que tiene una peluquería en Sunset Strip llamada..."Mr. Jonathans". El lugar suele estar bastante concurrido por féminas de todo tipo que acuden para disfrutar de los servicios del citado personaje o en su defecto de sus dos atolondrados estilistas que animan el ambiente de la peluquería. Algunas clientes solicitan servicios privados a lo que Mr. Jonathan, dependiendo de su agenda, acepta gustosamente. No lo olvidemos:  He´s Bad...He´s Mean...He´s loving machine!. En la peluquería también trabaja Brenda, una simpática joven cuyo pasado le va jugar una mala pasada.  Unos maleantes aparecen por el local amenazándola para que vuelva con su antiguo novio, un mafioso blanco que responde al nombre de Mr. Wilson. Mr. Jonathan añadirá a su curriculum el calificativo de Killing Machine.
Black Shampoo (1976) es la quintaesencia del cine de explotación  de la época y además hace alarde de ello. Todos los personajes cumplen a rajatabla lo que se espera de su rol y son empleados de la peor manera posible. Su protagonista es el macho negro violento e hiper-sexualizado que sólo surge en fantasías de este calibre. Las mujeres que se cruzan en su camino son ninfomanas en celo, en su mayoría blancas, que intentan satisfacer su deseos más primarios. La pareja de peluqueros que trabajan en "Mr. Jonathans" son dos locas tratadas de la peor de las maneras, tanto en lo físico como en lo humorístico. El mafioso Mr. Wilson es un tipejo que vive a lo grande pero carece de personal para ello. Solo le vemos acompañado de tres matones que le hacen el trabajo sucio. Los facinerosos son violentos, caricaturescos y un poco sádicos. La coprotagonista de la aventura tan pronto cae en los brazos de Mr. Jonathan como regresa con Mr. Wilson, siempre voluntaria a mostrarnos su sugerente anatomía.
Los créditos iniciales a ritmo de un espectacular tema a cargo del desconocido Gerald Lee sugieren una blue movie que posteriomente no se desarrollará. Una joven rubia es atendida por nuestro protagonista y sus atenciones capilares despiertan sus fogosos deseos carnales que serán satisfechos por la corpulenta maquina sexual que protagoniza la película. Lo que sigue es una mezcla de comedia barriobajera, aderezada con algo de drama y romance, para mutar de manera inesperada en un thriller bastante violento en su desenlace.
Mr. Jonathan maneja las situaciones con despreocupación y chulería. Presto a ejercitar la entrepierna como a repartir guantazos a los matones de turno, se enfrenta al villano con arrogancia y una temeridad a prueba de bombas. Abandonado por la dubitativa Brenda, se desfoga con una de sus clientes a la puerta de su casa como quien no quiere la cosa. Cuando la violencia estalla se mostrará muy habil en su ejercicio. Ya sea con una motosierra, utilizando una pistola o  un palo de billar, cualquier arma es buena para machacar a los molestos gangsters. Entre medias, momentos románticos que sonrojan al respetable, una fiesta ranchera-nudie montada por sus estilistas, misantropía fisica al estilo Stallone y ocasionales visitas sexuales a algunas de sus admiradoras (y familia).
Greydon Clark aprendió el oficio como becario de Al Adamson y el olfato comercial de este último lo ejerció en toda la regla. Con 50.000 dolares y dos semanas de rodaje, Clark factura su segunda blaxploitation sin problemas ni excesivas novedades. El libreto a cargo de Alvin L. Fast y el propio director resume algunos de los peores momentos de este tipo de películas por lo que los amantes del cine trash tienen diversión asegurada. Protagoniza John Daniels visto anteriormente en un papel similar en The Tangerine Candy Man (1975) bien acompañado por Tanya Boyd, recien salida de una de las desventuras de la terrible Ilsa. La factura visual a cargo de Dean Cundey, en sus primeros pinitos en esta labor, y con resultados superiores a este tipo de producciones.
Lo mejor: Los créditos del filme, la música de Gerald Lee y sus posturas politicamente incorrectas.
Lo Peor: su indigesta mezcla de géneros.

miércoles, 16 de octubre de 2013

JET: ALI






JET: SLAVERY & CRIME





JET: ANGELA DAVIS





BAMBOO GODS AND IRON MEN (1974)



Una pareja de afroamericanos de luna de miel por el sudeste asiático se ven envueltos en todo tipo de problemas. Primero, cuando Carl Jefferson (campeón de boxeo para más señas) salva de morir ahogado a un oriental en la bahia de Hong Kong. Segundo, al comprar la señora Jefferson un buda  en una tienda de antiguedades. Tres, al ponerse en su camino un "fumanchu de rebajas" como villano de la historia y que busca una bolsa con polvos mágicos que le darán poder para conquistar el mundo. De Hong Kong a Manila, el viaje turístico se irá animando por momentos.

 
Esta anodina y algo desangelada muestra de cine filipino puede decepcionar a los más acérrimos seguidores de los films de la excolonia española. Mezcla de acción y humor, más de lo primero que de lo segundo, el mejunje no aparece bien dosificado a lo largo de la trama. La otra combinación del cocktail (era la época) es soja-western/kung-fu cinema con la blaxploitation lo que nos lleva a comentar algunas líneas sobre sus protagonistas. James Inglehart comanda el reparto con simpatía y poco provecho. Las situaciones en que le mezclan los guionistas le dan poco margen para el lucimiento. Con todo, su interpretación es superior al resto del reparto. De compañero de fatigas le colocan a Chiquito (nada que ver con el humorista andaluz), un actor y cómico filipino, que se muestra ágil en sus escenas marciales e inoperante (al menos para nosotros) como cómico de la función. La situación que les junta y que da pie al mcguffin de la película apenas es utilizada con ingenio y se mantiene en punto muerto durante mucho metraje. El triángulo lo cierra la actriz Shirley Washington que cumple bien su cometido de chica florero y poco más.

 
Bamboo Gods and Iron Men (1974) cuenta con imponente título y un espectacular poster que nunca cumple las expectativas del espectador. Tras unos créditos imaginativos y una escena que parece sacada de otra película (la profanación de una tumba en un neblinoso cementerio), el resto del metraje lo llenan las idas y venidas de nuestros protagonistas, con insertados y pocos convincentes momentos humorísticos, y escenas de acción para evitar el aburrimiento del respetable. Tan solo en su último rollo, la película despega y parece encontrar el ritmo endiablado made-in-Philipines del que tanto disfrutamos en otras producciones de la época..

Producida por el finado Cirio H. Santiago (director de entonadas black movies como Savage! o The Muthers), dentro de la tónica low cost habitual en el cine de explotación filipino (escenas de acción rapidas y directas, persecuciones a todo trapo, fotografía terrosa y descuidada, algún que otro desnudo) y dirigida por Cesar Gallardo, un cineasta que cuenta en su haber con cerca de 80 películas. En el reparto rostros conocidos del cine de la isla como el orondo Vic Diaz, el actor y guionista Ken Metcalfe y la actriz Marissa Delgado. Conocida por estos lares como Dioses de Bambu y Karate, tiene otro título ocasional en Filipinas no menos acertado: Black Kung Fu.