martes, 29 de junio de 2010

THE SILENT STRANGER (1968)


Actor, productor, guionista e incluso director, Tony Anthony (nacido en 1937 con el nombre Roger Pettito) alcanzó cierta popularidad con una serie de títulos dentro del spaghetti western, repletos de situaciones violentas y detalles extravagantes o por lo menos pintorescos. Su recorrido cinematográfico escueto y desigual está vinculado a un grupo de nombres y personajes que se repiten una y otra vez a lo largo de su filmografía: los directores Luigi Vanzi, Saul Swimmer y Ferdinando Baldi; el productor italiano Roberto Infascelli y el siempre oscuro business man Allen Klein; los actores Raf Baldasarre y Lloyd Battista; el exbeatle Ringo Starr y el todoterreno Gene Quintano…Un autentico wild bunch que dio luz a un variopinto entramado fílmico en el que no faltan contraindicaciones.


Anthony aprovechando el filón del western europeo en los 60 se dio a conocer con un plagio barato de Por un puñado de dólares, en el que inició de manera inesperada las aventuras del Stranger, un pistolero que se mueve en ambientes fronterizos movido por el oro y la venganza lo que no le impide sufrir en carne propia alguna que otra tortura. Este personaje estaba a medio camino del pistolero encarnado por Eastwood para Leone y el Django de Corbucci, sin embargo tuvo un importante eco en paises anglosajones gracias a la acertada distribución de la MGM. Los dos primeros títulos de la serie recibieron nombres variopintos: Un dollaro trai denti/A stranger in town/For a dollar in the teeth (1966) y Un uomo, un cavallo, una pistolla/The stranger returns/Shoot first, laugh last/ Ride bene chis para ultimo/Western Jack (1967).


Para el tercer film de la serie, The Silent Stranger/The Stranger in Japan/Horseman & the samurai/Los samurai de la muerte (1968), se produjeron una serie de cambios y variaciones que le convirtieron en el más interesante de la saga y en uno de los western más curiosos de la época. El esquema era el mismo que los anteriores (llegada a un lugar inhóspito, guerra de bandas, acciones del stranger a uno y otro lado, desarme y tortura del protagonista, la lógica venganza); sin embargo, Anthony y sus guionistas tuvieron la curiosa idea de desarrollar la historia en Japón, devolviendo a modo de guiño agradecido lo que Yojimbo supuso en la eclosión del fenómeno citado.


Tras no poder evitar la muerte de un japonés, este en su agonía entrega a nuestro protagonista una piedra que entregada a una familia japonesa le hará recibir a cambio una importante recompensa. Ni corto ni perezoso, nuestro aventurero se dirige a Japón donde a parte de sufrir el evidente obstáculo cultural, se verá envuelto en una brutal guerra entre dos clanes en un miserable y destartalado pueblo. El Stranger tendrá que utilizar su astucia y sus armas para salir indemne de la masacre iniciada.


Insólita mezcla de chambara y spaghetti western, The Silent Stranger se adelantó a su tiempo mezclando dos géneros no tan separados como posteriormente se comprobó. A pesar de sus limitaciones presupuestarias, el film dirigido con discreción y eficacia por Luigi Vanzi se mueve muy bien en el inesperado escenario elegido, dotando al conjunto de la consabida dosis de ironía y dinamismo habituales en las producciones de género italiana. Obra ecléctica, poblada de entretenidas escenas de acción, no exenta de momentos disparatados y un sentido del humor que nunca se convierte en el motor de la acción pero que dota a la película de las necesarias dosis de ligereza, lo que le aleja del impostado dramatismo de las obras chambara.


Luigi Vanzi utiliza muy bien la diferencia idiomática y cultural de nuestro protagonista lo que le convierte doblemente extraño en un escenario completamente desigual, logrando con esta diferencia algunos de los mejores momentos de la película. Es curiosamente esa incomprensión la que provoca un inesperado golpe de hilaridad en la secuencia final del film, provocando una risa cómplice entre protagonista y espectador. Estos elementos orientalizantes que diferenciaban a The silent stranger de otros westerns fueron prolongados tres años después por Tony Anthony en El Justiciero Ciego (1971, Ferdinando Baldi), remake del mítico Zatoichi en escenario western, y uno de los últimos filmes de culto que generó el eurowestern en los 70.


Sin embargo todos estos avances que creó The Silent Stranger no pudieron ser vistos en su momento: la película estuvo guardada durante cinco años debido a los problemas contractuales que tuvo MGM con el productor Allen Klein, y no salió a la luz hasta mediados de los 70, de manera muy limitada y con distribución muy parcial. Su recuperación nos depara una grata sorpresa.


jueves, 17 de junio de 2010

VIOLACION: CHESTER HIMES (1980)


Cinco negros son detenidos, acusados de haber violado y asesinado a una mujer blanca en una habitación de un hotel parisino. La premisa de por si es atrayente. En manos del maestro Chester Himes una bomba incendiaria donde estallan todas las emociones e instintos humanos más espurios. Trata de avisarnos Michel Fabre en el prólogo de la edición Jucar /colección etiqueta negra: estamos lejos de la novela criminal habitual. No es Hammet, ni Chandler tampoco las andanzas barrocas y surrealistas de Ataud Johnson y Sepulturero Jones en las calles de Harlem. Es otro enfoque, desnudado de los artificios habituales del engranaje noir, de los personajes y situaciones más caracteríticos del mismo. Es una obra de “disección”, de fragmentación de una situación criminal donde lo que menos importa es el quien sino los motivos del mismo hecho delictivo, la raiz más profunda que ha llevado a tal situación. Es una novela realista donde solo falta el preludio “basado en hechos reales”.


En apenas 80 páginas, Chester Himes desgrana un caso de violación en 15 capítulos escuetos aunque incisivos con un distanciamiento objetivo de los hechos acaecidos. No es tanto una reflexión sobre el asesinato sino sobre la culpabilidad real vinculada a la propia acción y sus consecuencias. El escritor afroamericano desmonta con contundentes resultados todo el sistema legal, social e incluso político que hipócritamente aceptamos como justo. La justicia real no es tal, sino una mascarada para contentar a la bienpensante ciudadanía que conforma cualquiera de nuestros estados modernos. Lo de menos, que en el fondo no lo es, es la supuesta violación de una mujer blanca. El elemeno discordante, la espita que detona finalmente el equilibrio son las ideas preconcebidas en los estratos más internos de nuestras mentes. El prejuzgar un hecho sin pruebas concluyentes, la utilización de los mismos desde ciertas instancias de poder para clarificarlo a la opinión pública, la acusación injustificada contra los miembros de algunas razas, incluso la concepción de la sexualidad filtrada, descrita, desarrollada en nuestros ámbitos sociales. Nada es lo que parece o en realidad si que lo es, pero realmente por miedo o por otras razones más deshonestas no lo aceptamos.


Himes estudia a todos los implicados en el caso: victimas, acusados, jueces, defensores, testigos, investigadores…desarrolla sus razones, su historia vital, sus fallas personales, sus arrebatos e insatisfacciones. Todas las piezas juegan un papel importante en el puzzle y el error al colocarlas genera los consabidos desequilibrios. No es tanto la mano que mueve la pieza sino el mismo gesto de hacerlo el que cobra vital importancia.

Para Himes en esta excelente obra, como en la vida real no hay buenos ni malos, sino seres humanos carcomidos por sus taras y por los propios prejuicios que la sociedad les somete (da igual que esta se encuentre en el corazón de America o en la Europa más tolerante). La raíz de la violencia y del racismo está en uno mismo y en el entorno social que nos rodea. La conclusión final no deja lugar a dudas: “Todos somos culpables”.


“Regrese a París y descubrí que Violación seguía haciendo ruido. Mi nombre se había hecho popular. Parecía que todo París quería ir a mi casa. Me olvidé de mis historias de detectives y de la película que estaba tan ansioso de hacer el año anterior. Sólo pensaba en todas las injusticias que había sufrido en los años anteriores en América. Al fin me sentía reconocido. Sentía que me había vuelto el más popular de los escritores afroamericanos en París, quizá tenía razón”. (Chester Himes)

sábado, 12 de junio de 2010

A GREAT DAY IN HARLEM*

La mítica foto tomada por Art Kane en 1958 para la revista Esquire, reunía en riguroso blanco y negro a 57 figuras del mundo del jazz (entre ellos estaban Count Basie, Art Blakey, Thelonius Monk, Charles Mingus, Coleman Hawkins, Dizzie Gillespie, Sonny Rollins, Lester Young...) en una calle de Harlem. La foto fue tomada en pleno verano a eso de las 10 de la mañana aunque no fue publicada hasta 1959, en el número de enero de la citada publicación. Los conocedores del tema saben perfectamente que esta reunión es única y permitió juntar a la flor y nata de la escena musical jazzistica de la época. Sobre la gestación de esta mítica fotografía se realizó un documental a mediados de los 90 que llegó a ser nominado al Oscar. El pasado més nos dejaba el pianista Hank Jones, un espléndido músico que tocó con los más grandes. Sirva estás líneas como homenaje tanto a él como a todos los que formaron parte de aquel memorable momento y cuyos nombres os dejo a continuación.
(*fuente utilizada: wikipedia.org).





lunes, 7 de junio de 2010

B.B. KING EN VALLADOLID: 04/06/2010


Existen los milagros. Que un mito de 85 años sea capaz de subir a un escenario acompañado de una magnífica banda para deleitar a un público entregado desde el primer momento así lo demuestra. Valladolid tuvo el pasado viernes una de esas visitas que no se olvidan y sin duda no desaparecerá en nuestra memoria. B. B. King ofreció un concierto lleno de humor, cercanía y profesionalidad virtudes todo hay que decirlo no muy habituales por estos lares.


Una lección de buen hacer que debería ser aprendida por muchos de los que se dedican al mundo del espectáculo y que parecen tocar el cielo cuando los primeros reconocimientos aparecen. La veteranía es un grado y el rey del blues y su banda así lo demostraron superando las condiciones adversas que acompañaron al evento: exceso de calor, un recinto no muy adecuado…lo habitual en una ciudad que va de grande y no lo es. El público lo reconoció y disfrutó (aquí me uno) como pocas veces se puede hacer en el corazón de la meseta.


Con un cuarto de hora de adelanto The Funk On Me empezaron a tocar. Felizmente, una hora larga de buena música de raíces negras hecha desde la piel de toro. Un excelente combo de 9 músicos liderados por el gran vocalista Fermi Cordoba y el saxofonista Ruben Morán a los que ya pudimos ver el año pasado en Salamanca en el concierto de Gary Moore. Fieles a su ideario, The Funk on Me desplegaron fuerza, ritmo y elegancia demostrando un estado de forma impecable para una de las mejores bandas del panorama actual en nuestro país. No lo tenían fácil en su función de teloneros pero encandilaron a un público deseoso de pasarlo bien. Soul, funk y rhythm and blues de alto standing con un pie en León y el otro en la gran manzana. Esperamos volver a verles pronto.


Sin tiempo para que la ebullición y la fiesta se apagasen, los músicos que acompañan al veterano guitarrista natural de Itta Bena (Mississippi) empezaron a tocar creando eso que tantas veces se hace llamar muro sonoro. Una BANDA con muchos años de carretera que se las saben todas y no dejan sitio ni para la nostalgia ni para la condescendencia. Dueños de un show hecho por y para el público, siempre al servicio de un inolvidable maestro de ceremonias, que les permite desplegar toda su maestría musical en directo.


Una vez calentado motores y presentada la estrella de la noche, el octogenerario B.B. King hizo acto de presencia ante el delirio de un público que se movía entre la curiosidad y la devoción más absoluta. Cantando, rasgueando su eterna Lucille, presidiendo el espectáculo de manera jovial, el rey del blues nos dejó un poco de su leyenda y enganchó a todos durante hora y media de buena música y magnífico feeling. El repaso a su repertorio clásico incluyó Key to my Kingdom, The thrill is gone, When love comes to town, You are my sunshine, Rock me baby…y The saints go marchin´ in como magnífico fin de fiesta, con una maravillosa despedida del venerable maestro . Una noche inolvidable que nos trajo el mejor blues del delta a las orillas del Pisuerga. Conciertos como este desde luego pocas veces vamos a poder ver por aquí.


jueves, 3 de junio de 2010

JOE BACHELOR MUSIC DRAWINGS

Influence

Angel

Monument

Roland

Pitch


Lily

Blowing

Trio

Wes

Buscando las pinturas que Joe Bachelor había utilizado en los títulos de crédito de Redada en Harlem (1991), encontré en su página web esta estupenda colección de obras de ambiente musical. Encandilados por su estimable estilo nos sirve de preparación para la llegada del gran B.B. King al Harlem pucelano. Ya solo queda un día.