lunes, 29 de abril de 2013

UNDER THE CHERRY MOON (1986): PRINCE









UNDER THE CHERRY MOON (1986): JEROME






UNDER THE CHERRY MOON (1986): PRINCE & JEROME






UNDER THE CHERRY MOON (1986)


La segunda jugada cinematográfica de Prince sorprendió a propios y extraños. Sus fans esperaban una nueva incursión de épica pop-funk-rock callejera donde el de Minneapolis, pudiera dar rienda suelta a su efervescencia musical. Los menos entusiastas, una secuela de "Purple Rain" donde continuaran las aventuras del ídolo pop en su conquista del mundo. La respuesta fue "Under the cherry moon" (1986) una película que no convenció a nadie, excepto... a los detractores del cantante.

 
Christopher Tracy es un gigoló que se mueve por la costa francesa en compañía de su buen amigo y compiche Tricky. Ambos, utilizando los recursos seductores del primero, atrapan a ricachonas con las que seguir viviendo sin excesivos problemas. Cuando una jovencita de amplios recursos económicos se ponga en su camino, las cosas no irán como estaban planeadas.

 
En un fallido intento por ser lo más "cool" del espectro musical, Prince culminó su jugada egomaníaca con una comedia de aires retro y rodada en blanco y negro. Aunque a los ejecutivos del estudio de turno les pareció una idea suicida (eso lo hacía gente como Coppola o Scorsese, o algún título independiente), el asunto se aprobó comenzando una producción problemática con multiples idas y venidas que afectaron el resultado final. El cantante quería homenajear las viejas comedias clásicas pobladas por duos de truanes que se veían envueltos en mil aventuras. Sirva como base de lo que hablamos los desmanes de Bing Crosby y Bob Hope en la serie "Road to..." o los posteriores esfuerzos de Dean Martin y Jerry Lewis como referencias. Por otro lado, el ambiente europeo parece ser un guiño al Fellini de la "Dolce Vita", aunque su tratamiento epidérmico desaconseja la  idea de compararlas. 

 
"Under the Cherry Moon" (1986) es una comedia sin gracia donde curiosamente gana terreno el humor involuntario. Las escenas se suceden sin ningún relieve dramático donde los actores y similares aparecen por pantalla en pleno simulacro filmico. Además, las contadas escenas musicales llegan tarde y de manera muy descompensada provocando que el interés por la propuesta nunca quede estimulado. Prince encarna al imposible e improbable seductor Christopher Tracy luciendo modelitos, tics, miradas y poses dignas de un imitador del genio de Minneapolis. El simpático Jerome Benton le acompaña en algún momento afortunado pero siempre por debajo de los juegos y bromas que con Morris Day monta en los espectáculos de "The Time". Kristin Scott Thomas encarna al objetivo amoroso de nuestro duo, otorgando algo de profesionalidad a la actuación aunque su papel y presencia posiblemente quiera olvidarlos en su trayectoria filmica. La deliciosa Francesca Annis y el gélido Steven Berkoff (sustituyendo a un Terence Stamp que abandonó la nave antes del naufragio) decoran el pastel aunque sin demasiada fortuna. 

El resto son fiestas con pedigrí, panorámicas de Niza y alrededores, asaltos nocturnos, padres enojados, huidas a medianoche, ambiente "chic", oscuros desenlaces...y un video musical acompañando los créditos finales para despertar a los que han aguantado la función hasta ese momento. La obra aparece firmada por el mismísimo Prince (aunque Mary Lambert fue la directora real mientras pudo controlar al divo), la fotografía en blanco y negro corre a cargo de Michael Bauhaus (uno de los pocos detalles de interés) y la banda sonora viene de la mano del protagonista y su grupo de entonces The Revolution (insertada  con poca fortuna en bastantes momentos). Con todo, sorprende la falta de estilo y el amateurismo que en ocasiones hace gala la película. Después del descalabro y su reconocimiento en los Razzies, el creador de Purple Rain abandonaría su deseo serio por seguir su trayectoria cinematográfica.

 
Lo mejor: el disco que generó la película, "Parade".
Lo peor: ser una de las grandes películas malas de la década (aunque quizás esta sea lo bueno de la propuesta).

jueves, 25 de abril de 2013

PURPLE RAIN (1984): GALLERY








PURPLE RAIN (1984)

Canción, disco, película. Un entramado tan calculado como epidérmico. Los 80 tienen sus momentos, sus sonidos, sus formas, sus colores, sus imágenes, su vestuario, sus ídolos. El Principe de Minneapolis dió un golpe en la mesa tan fuerte como contundente en 1984. "Baby I´m a Star" que rezaba el octavo corte del album. Y como una profecía religiosa, se hizo la luz y Prince Roger Nelson marcó desde entonces el ritmo de la década. Los 90 ya serían otra cosa.

First Avenue es un templo en el centro de Minneapolis donde bandas aspirantes a alcanzar el éxito descargan su potencial en un curioso enfrentamiento. Una de ellas es "The Revolution" la banda comandada por "The Kid" cuyo máximo rival es el divertido "Morris" y su grupo "The Time". En medio de todo esto, surgirá una chica llamada "Apollonia" para aumentar la tensión existente. "The Kid" tendrá que hacer frente a su destino sin olvidar sus problemas familiares.

¿Es "Purple Rain" una buena película? No, es simple y ligera, artificiosa y videoclipera. ¿tiene gancho? Sí, y ese es su mayor aliciente. La película es simplemente una serie de estupendos set musícales unidos con una leve trama dramática, donde los músicos interactuan unos con otros con mayor o menor fortuna, con algunas presencias de indudable calado como Clarence Williams III (lo mejor de la función) y la actriz Olga Karlatos.

Purple Rain fue un riesgo para la compañía que la respaldó. Warner dió su brazo a torcer aunque sin muchas esperanzas de recuperar la inversión (tampoco muy grande). Lo vieron más como una extravagancia que como un objeto real. El capricho de un músico que intentaba alcanzar el estrellato y que hasta entonces era una prometedora figura que había atrapado a muchos de sus compañeros de profesión con su talento. Vista ahora, la operación estaba muy estudiada. Prince siempre ha llevado bien los negocios y este esfuerzo visual estaba en su plan de conquista mediática. Los singles calentaron el ambiente. El disco promocionó perfectamente las imágenes venideras y la película se consolidó como continuación cinematográfica de uno de los discos más importantes de los 80 (en lo comercial y en lo musical). El filme fue un inesperado éxito sin precedentes en USA y en los paises europeos nos llegó como cult movie o neo-midnight movie.

Visionarla ahora supone disfrutar con sus aciertos (musicales basicamente) y sus defectos (especialmente las actuaciones). Divierte el impostado tono dramático de algunas escenas, las agradecidas apariciones de Morris Day y Jerome Benton, la inoperancia interpretativa de Apollonia Kotero, la ambigua e infantil épica sexual del protagonista, la estimulante presencia de Clarence Williams III o su pretensión de rock movie ochentera en formato clip. Por otro lado Purple Rain ofrece un curioso documento algo fantaseado de la escena musical en el Minneapolis de finales de los 70 y comienzos de los 80, conviertiendo a la ciudad norteña en un centro muy popular a raiz de la película. Lo demás, un puñado de excelentes canciones replicadas y repetidas desde entonces, como un eco interrminable. Y ante todo, un juguete para expandir la figura de su máximo protagonista.

 
Lo mejor: La edición en DVD del filme con numerosos extras, entrevistas e incluso actuaciones músicales de la época.
Lo peor: Su condición de vistosa pompa de jabón, púrpura eso sí.

jueves, 4 de abril de 2013

RECORDANDO TE SOLEDAD

 








En 1997 el sello Crippled dick hot wax! editó un curioso disco de B-Jazz con Jess Franco a la cabeza y de sugerente e indiscutible nombre: The Manacoa Experience. En España lo pudimos conseguir a través del sello Subterfuge que ya había publicado una estupenda recopilación de los soundtrack del director madrileño: The Crazy World of Jess Franco. Ambas propuestas son muy recomendables, especialmente para los aficionados al cine B. Centrándonos en el primero de los discos, el quinto corte homenajeaba a la maravillosa Soledad Miranda, un tema de evocaciones flamencas y brasileñas donde se intentaba captar la personalidad de la actriz según los recuerdos de Jesus Franco. Sirva como pretexto para recordar a una de los grandes mitos del cine B europeo.

miércoles, 3 de abril de 2013

JESS EL INTREPIDO


Ahora que las luces se han apagado toca recapitular. Sorprende, que un cineasta de sus características, único e inimitable, marginal e irrepetible, sea portada en periódicos y semanarios culturales, con hermosos y admirables obituarios. Los aficionados y seguidores de su cine con todo ayer a pesar de la noticia teníamos una agradable sonrisa. En los lugares, mas inesperados Jesús Franco fue recordado y loado. En las redes sociales, el asunto fue más directo y como siempre más emotivo. Todos contribuimos con fotos, comentarios, videos, temas musicales, anecdotas...Falleció el hombre pero brotó con fuerza la leyenda (que como sabemos ya existía).

 
No haré ni me dejaré llevar por la nota aséptica y bien hilada. Prefiero comentar mi experiencia cinéfila o cinéfaga sobre tan singular cineasta, desde hace años uno de mis guilty pleasures. Tampoco soy un erudito en su obra. Con suerte abré visto algo más de un tercio de su obra (entre 65 y 70 películas) y con el tiempo la obsesión inicial ha ido mutando en un entretenido hobby entorno a su filmografía. Hace veinte años ver sus películas no era fácil. Se buscaban por diversos medios y no se encontraban. Había comentarios elogiosos de Carlos Aguilar, Ramón Freixas, sus sobrinos Miguel y Javier Marías (especialmente el segundo), y logicamente del finado Ricardo Franco. Algunas entrevistas con él o con algún colaborador, el monográfico irrepetible en "Dezine", notas en fanzines patrios. Y material publicado en el extranjero pero no de difícil acceso. Ante tal imposibilidad, lo primero que hice fue indagar, anotar, rebuscar en todo tipo de papeles y surgió un cuadernillo de notas que fue hoja de ruta durante muchos años y que algunos amigos de facultad conocieron de primero mano. Lamentablemente ya no lo conservo.

Lo siguiente fue ver su obra. Gracias a contactos y otros menesteres, aparte del boom post-Killer Barbyes el cine de Jesús Franco empezó a ser visible y algunas misterios empezaron a desvelarse. Hubo sorpresas y descepciones pero siempre primaba el inconfundible encuentro con un cine único, un mundo personal repleto de obsesiones, disgresiones genéricas, emociones y pulsiones variadas donde las mujeres se erigían en centro vital de su particular iconografía. El pulp, el noir, el comic, el jazz, el erotismo, el pop, el cine de vanguardia, la serie B...todo se combinaba para dar lugar en el mejor de los casos a joyas irrepetibles sin fecha de caducidad: Tenemos 18 años, Gritos en la noche, La mano de un hombre muerto, Miss Muerte, La muerte silba un blues, Cartas Boca Arriba, Vampiresas 1930, Necronomicon, Lucky el intrépido, Bésame monstruo, El caso de las dos bellezas, De sade 70, Las vampiras, Dracula contra Frankenstein, Les cauchemars naissent de la nuit, Diario de una ninfomana, Al otro lado del espejo, El Sadico de Notre Dame, Los blues de la calle pop...Cinema bis de espectro global, multiforme y trotamundista rodado en todo tipo de condiciones y con variedad de profesionales, donde su gestación aventurera y en ocasiones lumpen fue primando sobre el resultado final. 

 
En una filmografía tan extensa, tan inabarcable, tan suculenta en delirios es facil encontrar de todo. En mi caso, me fui decantando por su primera etapa (posiblemente la mejor) e ir encontrando piezas recuperables en los 70 y ya con menos suerte en las tres últimas decadas. Sin embargo, incluso en sus películas menos satisfactorias, hay algo que recordar: un momento, un diálogo, un personaje, una escena, un actor, una actriz, un desnudo...Es una marca habitual en la obra de Franco, que muta con el tiempo hasta llegar al cine kamikaze con el que ha seguido vivo desde su resurrección a mediados de los 90. Creó una musa para la eternidad: la adorable Soledad Miranda. Y tuvo un reflejo posterior mas personal en la inigualable Lina Romay compañera vital hasta su triste e inesperada desaparición.

Comentan que mentía por principio, como buen fabulador que era (algunos dicen que hizo siempre la mismas películas en diferentes lugares engañando una y otra vez a incautos productores).  Y de hecho hace unos años nos regaló su mejor obra. Un libro de memorias tan delirante y divertido, incierto o fantaseado que resultaba siendo soberbio, singular e increible. Una lectura tan adicitva como la que posteriomente Carlos Aguilar le dedicó en su excelente monografía. Ganó un Goya Honorífico ofreciendo uno de los grandes momentos que tal insulsa e insipida ceremonia ha tenido en su apática trayectoria. Pero sobre todo brindó al cine español uno de los legados más inclasificables de su historia y puestos a comparar del cine universal. Por que de puertas afuera queda muy bien la marca Almodovar pero en el asfalto cinéfilo y cinéfago todos sabemos que en las trincheras del celuloide después de Luis Buñuel, el cineasta español más recordado, seguido, alabado, criticado y también odiado es Jesús Franco Manera.