Una pareja de afroamericanos de luna de miel por el sudeste asiático se ven envueltos en todo tipo de problemas. Primero, cuando Carl Jefferson (campeón de boxeo para más señas) salva de morir ahogado a un oriental en la bahia de Hong Kong. Segundo, al comprar la señora Jefferson un buda en una tienda de antiguedades. Tres, al ponerse en su camino un "fumanchu de rebajas" como villano de la historia y que busca una bolsa con polvos mágicos que le darán poder para conquistar el mundo. De Hong Kong a Manila, el viaje turístico se irá animando por momentos.
Esta anodina y algo desangelada muestra de cine filipino puede decepcionar a los más acérrimos seguidores de los films de la excolonia española. Mezcla de acción y humor, más de lo primero que de lo segundo, el mejunje no aparece bien dosificado a lo largo de la trama. La otra combinación del cocktail (era la época) es soja-western/kung-fu cinema con la blaxploitation lo que nos lleva a comentar algunas líneas sobre sus protagonistas. James Inglehart comanda el reparto con simpatía y poco provecho. Las situaciones en que le mezclan los guionistas le dan poco margen para el lucimiento. Con todo, su interpretación es superior al resto del reparto. De compañero de fatigas le colocan a Chiquito (nada que ver con el humorista andaluz), un actor y cómico filipino, que se muestra ágil en sus escenas marciales e inoperante (al menos para nosotros) como cómico de la función. La situación que les junta y que da pie al mcguffin de la película apenas es utilizada con ingenio y se mantiene en punto muerto durante mucho metraje. El triángulo lo cierra la actriz Shirley Washington que cumple bien su cometido de chica florero y poco más.
Bamboo Gods and Iron Men (1974) cuenta con imponente título y un espectacular poster que nunca cumple las expectativas del espectador. Tras unos créditos imaginativos y una escena que parece sacada de otra película (la profanación de una tumba en un neblinoso cementerio), el resto del metraje lo llenan las idas y venidas de nuestros protagonistas, con insertados y pocos convincentes momentos humorísticos, y escenas de acción para evitar el aburrimiento del respetable. Tan solo en su último rollo, la película despega y parece encontrar el ritmo endiablado made-in-Philipines del que tanto disfrutamos en otras producciones de la época..
Producida por el finado Cirio H. Santiago (director de entonadas black movies como Savage! o The Muthers), dentro de la tónica low cost habitual en el cine de explotación filipino (escenas de acción rapidas y directas, persecuciones a todo trapo, fotografía terrosa y descuidada, algún que otro desnudo) y dirigida por Cesar Gallardo, un cineasta que cuenta en su haber con cerca de 80 películas. En el reparto rostros conocidos del cine de la isla como el orondo Vic Diaz, el actor y guionista Ken Metcalfe y la actriz Marissa Delgado. Conocida por estos lares como Dioses de Bambu y Karate, tiene otro título ocasional en Filipinas no menos acertado: Black Kung Fu.
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