sábado, 29 de junio de 2013

CALIBRE DI LEO 5: LUC MERENDA


A mediados de los 70, Fernando di Leo filma tres películas protagonizadas por Luc Merenda, rostro reconocible del cine italiano de la época, de limitada prestancia actoral aunque con indudable gancho en pantalla. Es un actor cuya presencia no parece encajar bien con el mundo del director de Milan Calibre 9 (1972). Estas obras llegan después de la personal "Trilogía del Milieu" donde di Leo ofreció los mejores momentos de su cine.  La "Trilogía Merenda" son obras de encargo donde el director italiano acometió su trabajo de manera profesional aunque siguiendo directrices ajenas. En dos de ellas, el realizador parece aclimatarse a las convenciones básicas del floreciente "poliziesco" con resultados insatisfactorios pero ofreciendo curiosas variantes del mismo.

 
1.- Il poliziotto è marcio (1974). Un puñetazo a la cara a las habituales odiseas de superpolicías contra el crimen. La ley y el orden se imponían en las pantallas transalpinas a sangre y fuego, con métodos discutibles y el consabido beneplácito de los espectadores. En Italia se extremaba lo propuesto por el cine policíaco made in USA. Franco Nero, Luc Merenda, Mauricio Merli y cia saldaban sus cuentas con delincuentes de medio pelo aunque las consecuencias no siempre fuesen las esperadas. Existía en ocasiones un leve toque dramático pero la acción desenfadada y los violentos tiroteos se imponían en sus habituales historias. Di Leo ofrece un venenoso giro a todo ello. El protagonista de esta película es un inspector  ejemplar de cara al sistema y a la opinión pública que sin embargo esconde su corrupción ante todos. La lucha contra el crimen ha generado para su responsable una abultada cuenta corriente que su amoral dueño ha aceptado sin discusión. Su entorno lo desconoce y cuando se descubre las consecuencias serán inevitables. Una llamativa e iconoclasta propuesta, irregular en cuanto a desarrollo, debilitada en sus aspectos más dramáticos (el enfrentamiento paterno-filial o la relación sentimental que mantiene) y en la plana interpretación de su protagonista (con todo, la elección de Merenda en el rol principal encierra mucha ironía), e implacable a la hora de mostrar los resortes del mundo criminal. Richard Conte y Vittorio Caprioli brillan en sus pequeños aunque nada ociosos personajes. Destacar su tercio final donde el fatalismo afín a su autor se impone en sus cada vez más ensombrecidas imágenes. 

2.- La citta sconvolta: caccia spietata ai rapitori/Caza implacable (1975). Policíaco de clara intención ideológica (un lastre para la película desde el primer momento) y con resultados claramente fallidos. El doble secuestro de unos niños provoca un drama familiar en dos estratos diferentes. El adinerado ingeniero Filippini (James Mason) intenta resolver el caso utilizando sus hipócritas medios económicos y sociales pero intentando no perder poder en ello. El mecanico Colella (Luc Merenda) sufre la situación incapaz de poder resolverla de manera económica. Clase alta vs Proletariado. Los secuestradores asesinan al hijo del segundo para apretar las tuercas al primero. Solo la sangre ajena parece hacer cambiar al repulsivo Filippini. Este discurso mostrado de manera poco sutil en imágenes se cae por su propio peso ante la floja interpretación de sus protagonistas. Merenda hace lo que puede pero en este tramo más dramático su labor llega a ser insulsa. Sin embargo el caso de James Mason es peor. El actor británico actua sin brillo y sin convicción en un rol que merece un mayor empeño por su parte. Se tiene la sensación que Mason ha aceptado un papel en el que ni cree ni está de acuerdo con su desarrollo. Dicho contraste, punto fuerte del guión deja herida de muerte la película. La segunda parte de la misma es una vengeance movie repleta de acción y chulería. Luc Merenda cambia el mono por la chaqueta de cuero y se deshace de la rapiña ante la inoperancia de la policía (representada por un Vittorio Caprioli comprensivo, cómico, caricaturesco con cuya presencia di Leo siempre parece disfrutar). Tiroteos, persecuciones y asesinatos "marca de la casa" coronan una cinta cuyas dos partes parecen pertenecer a diferentes obras. Un filme que admitiría perfectamente un remake (sus ideas interesantes quedan finalmente desaprovechadas).

 
3.-  Gli amici di Nick Hezard (1976). Una rareza en la trayectoria de Fernando di Leo que tuvo que sufrir todo tipo de contratiempos. Un remake nada encubierto de El Golpe (1973, George Roy Hill) cuyas restricciones presupuestarias lastraron el desarrollo de la película. Otro trabajo de encargo donde el realizador dejó su impronta y disfrutó especialmente del trabajo actoral. A pesar de lo que se comenta de ella,  una película simpática por el cambio geográfico, por sus bizarras situaciones y por mostrar a un Luc Merenda en un papel distinto al habitual (no llega a convencer pero está más simpático que de costumbre). La historia es conocida: la venganza en forma de timo de un grupo de ladrones para vengarse de un temible gangster (Lee J. Cobb y sus habituales malas pulgas). Obra coral (en el reparto se dejan ver Luciana Paluzzi, Dagmar Lassander, Valentina Cortesse, el insulso Fred Williams, William Berger, Gabriele Ferzetti....) y desequilibrada donde abunda lo picaresco sobre lo criminal, aunque se disfruta por sus formas de cinema bis de sesión continua. Su autor no guardaba buen recuerdo de ella pero su visionado ofrece resultados superiores a sus dos compañeras de reseña.

jueves, 27 de junio de 2013

CALIBRE DI LEO 4: A SANGUE FREDDO






CALIBRE DI LEO 3: RAGAZZI






CALIBRE DI LEO 2: DOUBLE FEATURE


Dos títulos protagonizan esta entrada. La primera incursión de Fernando di Leo en el policíaco y su único acercamiento al giallo. En la primera adapta al escritor Giorgio Scerbanenco y es un trabajo de fuertes contrastes con una estructura algo teatralizada. El segundo es una rareza "en sí misma" dada la opción del realizador por alejarse de las propuestas de Argento y ofrecer un acercamiento mórbido-erótico al gémero terrorífico.

1.- I ragazzi del massacro/Violación en la escuela (1969). El asesinato y violación de una profesora provoca una investigación de la policía con presiones de las altas instituciones. Los sospechosos son un grupo de "conflictivos" alumnos asistentes a las clases de educación especial que impartía la tutora. El inspector Duca Lamberti se ocupa del caso ayudado por una psicologa. El filme se divide en dos partes. La primera presidida por los interrogatorios a los sospechosos. Prima el realismo y el retrato de personalidades condenadas a una situación de marginación social. El comentario crítico es evidente. Lamberti no es un policía justiciero ni el arma implacable de la ley. Busca esclarecer los hechos, indagar en todas las posibilidades y plantear juicios de valor no sometidos a prejuicios de clase. El metódico policía se enfrenta a sus superiores con el fin de esclarecer el caso. Lamberti desempolva una serie de aspectos que la sociedad civil prefiere que permanezcan enterrados y escondidos. 

En la segunda parte, la pistas y las trampas aparecen centradas a partir de la aparición de un atormentado testigo cuya imposible redención es mostrada sin concesiones. Formalmente descompensada en cuanto a realización, Violación en la escuela (1969) muestra sin embargo la mirada pesimista que su director ofrece sobre los aspectos más reconditos generados por un crimen. La sociedad es retratada y criticada con mano firme y sin estridencias. Di Leo remarca los momentos más morbosos con agresivas apuestas formales. La tristeza, el fatalismo, la traición a los ideales coronan una función cuya coda final en forma de happy end, no convence por lo supurado en los instantes anteriores. Filme atípico, lejos del giallo al uso y del posterior poliziesco italiano, cuenta con una estimable labor de Pier Paolo Capponi como Luca Lamberti acompañado por la siempre estimulante Susan Scott. El personaje de Scerbanenco volvió aparecer en Privado de amar (Venere privata / Cran d'arrêt, Yves Boisset 1970) y la estimable Asesinada ayer (La morte risale a ieri sera di Duccio Tessari, 1970)

2.- La bestia uccide a sangue freddo/La bestia mata a sangre fría (1971). Extraño y único acercamiento del realizador italiano al pujante giallo, un protoslasher en la línea de lo propuesto por Bava en Bahía de Sangre (1971) aunque con inferiores  resultados. En un solitario sanatorio enclavado en un antiguo château, un grupo de pacientes femeninas son brutalmente asesinadas por una misteriosa presencia encapuchada que pulula libremente por las oscuras estancias y corredores del siniestro lugar. Potenciando los aspectos más escabrosos de la trama, y deleitando al personal con el despliegue erótico de sus potentes protagonistas, Di Leo ofrece un desigual thriller de sangre y sexo, completamente desúbicado en cuanto a componentes. Un escenario y un asesino más afín a los primeros filmes de la escuela terrorífica italiana enfrentado a set-pieces de alto carga sexual acorde con el año de producción y los paises que respaldan la propuesta (Alemania e Italia). 

Existen por ello varios montajes según lo explicito de sus escenas sexuales (coitos, lesbianismo, masturbaciones...). La intriga es desarmada completamente hasta quedar un nimio esqueleto donde sangre y sexo son las razones únicas de la función. No hay emociones, solo instintos. Sus personajes femeninos se dejan llevar por sus discolos problemas sexuales y acaban en manos de la bestia que mata a placer sin motivo alguno. A pesar de la evidente mirada misógina y fetichista de sus personajes femeninos, la película cumple su cometido como mirada bizarra y poco convencional del entonces pujante giallo. En su reparto destacar la presencia de Klaus Kinski, Margaret Lee, Rosalba Neri y Jane Garret.

lunes, 24 de junio de 2013

CALIBRE DI LEO


 El policíaco italiano estalla en los años 70 a partir del éxito de La Policía agradece (1972, Stefano Vanzina) título que vertebra las inquietudes que desde finales de la década anterior estaban desarrollando una serie de obras: una mezcla de thriller político, relato de acción desbocado, gotas de drama social, neonoir al gusto USA (callejero, sucio, amoral) que actualizaba las "operas" de sangre y pólvora ambientadas en el viejo Oeste americano que con regusto pulp e historicista los cineastas italianos habían frecuentado con éxito. Lejos de emular la lírica de sus homólogos franceses, la Italia armada optó por pulsiones más desbocadas, embrutecidas y con ocasionales destellos de genio que la diferenciaban del resto de producciones continentales e isleñas. Surge por tanto una nueva rama genérica en el momento en que el eurowestern empieza a languidecer entre parodias, comedias y bastardos encalzonados. Como siempre, la producción transalpina fue rápida, variada, excesiva y agotadora como tantos otros filones utilizados en el cine italiano.

De los nombres que consolidaron el nuevo fenómeno destaca especialmente Fernando di Leo, nombre fundamental del cine B europeo. Di Leo había dejado su impronta como guionista en diversos westerns que le colocaron como uno de los nombres más solicitados y reconocidos de la época (trabajó para Leone, Tessari y Corbucci entre otros). Sin embargo su debut en el largometraje se produce con un filme bélico (Rosas Rojas para el Führer, 1967) al que siguieron un par de dramas eróticos (Brucia Ragazzo Brucia, 1968 y Amarsi Male,1969) que no hacían ver su posterior dedicación al policíaco, aunque su sello noir ya había aparecido en varias películas de Mino Guerrini. Lo primero que debemos señalar es  que la obra de Di Leo en su conjunto es una filmografía irregular, variada y en muchos casos poco acomodaticia. Prima la idea de guión a su desarrollo visual, la efectividad narrativa al regusto manierista. Su cine policiaco se aleja casi siempre de las corrientes de moda habituales en el noir italiano. Su retrato del hampa se contrapone al "familiario coppoliano". Sus gangsters son tipos vulgares de vestimenta chillona que frecuentan tugurios de mala muerte, almacenes sucios y tristones, aparcamientos poco aseados, utilitarios made-in-Italy y cuya rutina diaria  es regida por los instintos más primarios para sobrevivir en las junglas de asfalto. Los capos cuando aparecen (rara vez) aparecen en estancias solitarias, oscuras, presididas por cruces y mobiliario antiguo, lo que les asemeja a vampiros resucitados en una sociedad alternativa a la que les toca vivir. En otras ocasiones son situados presidiendo consejos de administración de fictias corporaciones internacionales de oscuros intereses económicos.

Destaca especialmente en Di Leo el uso de la violencia: seca, cortante, directa y poco gratificante. Sus golpes duelen, sus asesinatos molestan, sus peleas son embarulladas, sus muertes no son nada épicas. Sus personajes son captados desde una visión fatalista que les lleva a actuar de forma imprevisible e incluso llegando a traicionar los valores en los que creen. Está visión gélida sucumbirá con el tiempo a una ironía picaresca que será el motor principal de las actividades criminales. La mujer genera en sus cine curiosas y sugerentes ambivalencias: desde la ocasional misoginia a la evocadora atracción por la femme fatale, las mujeres son víctimas propiciatorias del sistema y la corrupción que las toca vivir, si bien saben emplear las mejores armas de las que disponen. Son habituales en sus películas las disgresiones e incluso momentos humorísticos que rompen la intensidad del conjunto pero que añaden un cierto pintoresquismo mediterráneo a los habitantes de sus ficciones. Di Leo tuvo buen gusto a la hora de escoger a los actores y actrices de sus películas, creando una particular factory con algunos de ellos (Henry Silva, Woody Strode, el inenarrable Vitorio Gaprioli, Omero Capanna, Gilberto Galimberti, Mario Adorff, Luc Merenda, Pier Paolo Capponi...). 

En las próximas entradas realizaremos un breve recorrido por una filmografía singular, un tanto desigual aunque repleta de inesperadas sorpresas.