miércoles, 25 de febrero de 2009

SWEET SWEETBACK´S BAADASSSS SONG ( y II )


La citada agresividad sexual acompañada del contenido violento de su propuesta suponía un claro contraste con la imagen benéfica y aséptica que hasta ese momento había representado en el cine mainstream Sidney Poitier. El nuevo héroe negro se resistía a la autoridad y al poder establecido, utilizando todos sus recursos para llegar a tal fin. El mensaje fue rápidamente captado por algunos sectores y movimientos comprometidos de la sociedad. Los Panteras Negras la convirtieron en su película emblema y auparon a Van Peebles como claro ejemplo de cineasta negro. De hecho, muchos estudiosos y aficionados consideran a la película la precursora y auténtica desencadenante de la ola blaxploiter setentera, y la que realmente puso las bases que siguieron posteriormente otras producciones.


Sweet Sweetback´s es una película independiente que fue financiada por afroamericanos al margen de Hollywood. Debido al contenido del guión Van Peebles tuvo muchos problemas para encontrar financiación aunque finalmente consiguió el medio millón de dolares con el que se presupuestó la película (50.000, por cierto, cedidos por Bill Cosby). Su recaudación final ascendió a los 15 millones.


Melvin Van Peebles es uno de las personalidades más peculiares e inquietas de la historia del cine afroamericano. Nacido en Chicago en 1932, y tras estudiar en la Universidad de Ohio, pasó por la fuerzas aereas unos 3 años. Vivió en México un breve periodo ganándose la vida como retratista. A su vuelta a Estados Unidos trabaja como conductor de tranvías mientras hace sus primeros pinitos como escritor y fotógrafo. Rueda sus primeros cortos a finales de los 50, pero ante la imposibilidad de sacar adelante un largo se marcha a Holanda donde prosigue su trayectoria teatral y posteriormente a Paris, donde escribe varias novelas y trabaja como periodista (llegando a aclarar un caso criminal que la policía francesa no había conseguido resolver). En Francia, culmina su proceso como realizador dirigiendo su primera película, The story of three-day pass (1968), una historia de amor entre un soldado norteamericano y una chica francesa, que fue seleccionada ese año por el San Francisco Film Festival. En 1969, graba su primer disco Brer Soul, en el que recitaba algunos textos apoyandose en sonidos jazz y que algunos consideran como un claro precursor del hip hop.


Van Peebles regresa a Estados Unidos donde recibe varias ofertas cinematográficas y acaba dirigiendo para Columbia, Watermelon Man (1970), la historia de un hombre blanco que un buen día se convierte en negro, sufriendo así las evidentes lacras del racismo. Las constantes injerencias del estudio le llevaron a plantearse una nueva película fuera de Hollywood. Surge así, Sweet Sweetback´s Baadassss Song (1971).


Su siguiente propuesta fue el musical Don´t Play us cheap (1973), una adaptación de uno de sus libros que pasó sin pena ni gloria. El escaso éxito de este filme llevó a Van Peebles a centrar su trayectoria como escritor, autor teatral y productor musical, volviendo al cine esporádicamente como actor y finalmente como director ya en los 90 (respaldado por su hijo Mario), beneficiándose del reconocimiento general de las nuevas generaciones de directores afroamericanos que le consideran una figura de culto.


El legado de Sweet Sweetback´s es innegable aunque hoy en día sea una película difícil de ver en todos los sentidos. Como otras propuestas de la época, sus experimentos formales han envejecido a marchas forzadas si bien su poder de seducción y su propuesta agitadora prevalecen en unos tiempos excesivamente dominados por la corrección política.

lunes, 23 de febrero de 2009

SWEET SWEETBACK´S BAADASSSS SONG ( I )

Inicios de los 70. Una serie de películas recogen la ebullición de los movimientos negros que ya durante los años 60 promovieron la defensa de los derechos, el poder y el orgullo de la población afroamericana. Estos films tuvieron una evidente variedad genérica (con predominio del relato de acción urbano), presupuestos medios-bajos (solían ser financiadas por productores independientes aunque posteriormente las comprasen las majors para su distribución), un reconocible Black Star-System para satisfacer a los habituales mitómanos y gotas de concienciación social sin pretensiones de sesudos análisis sociopolíticos. Desde un punto de vista comercial, Las noches rojas de Harlem (1971) fue la obra necesaria para que Hollywood se diese cuenta de la importancia del nuevo filón. Pero fue otra película la que removió las entrañas del propio sistema, y al igual que había sucedido unos años antes con Easy Rider (1969), se convirtió en todo un referente para la cultura afroamericana del momento: Sweet Sweetback´s Baadassss Song (1971) escrita, producida, interpretada y dirigida por Melvin Van Puebles.

Sweet Sweetback es un jovencito homeless que es acogido en un burdel. Allí tendrá su primera experiencia sexual y se convertirá con los años en el protagonista de una serie de happenings sexuales que son representados para los habituales del lupanar. Una noche, un par de policías poco frecuentables, se le llevan del local. Mientras está con ellos asiste al maltrato que sufre un joven militante negro que ha sido arrestado por alteración del orden. Sweetback actúa y deja en coma a los policías tras darles una brutal paliza. Se inicia entonces la violenta huida del nuevo héroe negro.

Desde sus primeras imágenes, Sweet Sweetback´s muestra el carácter provocativo y aleccionador de su propuesta. La película esta dedicada a “todos los hermanos y hermanas que están hartos del Hombre” y para trasmitir dicho mensaje Van Peebles opta por un lenguaje vanguardista con abundantes clichés experimentales de la época: imágenes en negativo, jump-cuts, split-screen, zooms, distorsiones focales ... Estos aspectos icónicos alcanzan también a su banda sonora, realizada por unos primerizos Earth, Wind & Fire, que dentro de la marcada tonalidad radical del filme optaron por una fusión de sonidos funk, soul, blues y jazz obteniendo resultados altamente gratificantes. Dada las restricciones financieras con las que se movió el filme, su banda sonora se lanzó con anterioridad como vehículo de promoción, convirtiéndose desde entonces en una de las señas de identidad de la blaxploitation.

Sweet Sweetback no era el héroe habitual. El personaje emplea todas sus armas físicas para salir de todo tipo de entuertos violentos y sexuales. El nuevo ídolo afroamericano encuentra en su obsesiva huida las señas de identidad de su propia raza y lucha por ellas hasta llegar a sus máximas consecuencias. Uno de los aspectos que más llamaron la atención en su momento fue la agresividad sexual de algunas de sus escenas, entre ellas una escena de sexo entre un adolescente Mario Van Peebles completamente desnudo y una de las prostitutas. Este y otros momentos de la película le costaron la calificación X por parte de la Motion Pictures Producers Association, categoría únicamente utilizada para las obras de evidente contenido pornográfico. Lejos de amilanarse, Melvin Van Peebles empleó este detalle a su favor y acusó de racismo al citado organismo lo que ayudó aún más a promocionar la película. La idea de que Sweet Sweetback´s tenía un mensaje explosivo que el poder blanco quería censurar caló entre la población negra y los intelectuales liberales, que convirtieron a la película en obra de culto fomentada por sus exhibiciones en sesiones nocturnas.

miércoles, 18 de febrero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO (y IX)

8.- As time goes by


Cerramos nuestro periplo con algunas curiosidades, no exentas alguna de ironía, en una trayectoria tan peculiar como la de Fred Williamson.

• Finales de los 50 hasta 1967. Se desarrolla su trayectoria como jugador profesional. Militó en el equipo de la Universidad de Northwestern, antes de pasar a los Pittsburgh Steelers en 1960. Su etapa más recordada la vive dentro de los Oakland Raiders (4 temporadas) y en los Kansas City Chiefs (3 temporadas). Es en este último equipo donde surge el sobrenombre de The Hammer, por su manera de utilizar el antebrazo contra sus adversarios.

• 1974. la ABC TV Network le elige como comentarista deportivo para el programa Monday Night Football, pero obligaciones laborales y su evidente inadecuación en tal cometido hizo que rápidamente fuese sustituido.


• 1977. Mientras rueda en Italia Aquel Maldito Tren Blindado, Williamson se sacó de la manga una película de bajo presupuesto de título bastante expeditivo, Mr. Mean (1977). Conocida también como Destinazione Roma, Williamson interpreta a un ex-asesino de la mafia que es contratado para matar a su antiguo jefe. El actor utilizará los descansos semanales del film de Castellari para ir escribiendo sobre la marcha el guión y rodará la película los fines de semana tomando prestado una pequeña parte del equipo de rodaje sin que el productor lo supiese. Como se puede apreciar las enseñanzas de Larry Cohen no cayeron en saco vacío: cine guerrilla en estado puro.


• Mediados de los 80. La voz de Williamson acompaña los spots publiciarios de la marca de cerveza King Cobra. Por esos años también trabaja en alguna serie de TV como Half Nelson o Equalizer. Los Wayans le proponen aparecer en su parodia / homenaje blaxploiter I´m gonna git your sucka (1988), pero el actor no accede a reirse de la imagen que le hizo famoso. Uno de los personajes de la película que acabará interpretando Isaac Hayes llevará el nombre de Hammer.


• 1995. Quentin Tarantino y Robert Rodríguez orquestan una artificiosa cult movie repleta de asesinos, tiroteos, sangre, ex-sacerdotes en crisis existencial, burdeles fronterizos, putas vampiro, enciclopedismo fílmico en clave trash, musicas variadas y alguna que otra sorpresa (léase, Salma Hayek). El resultado acabó siendo denominado Abierto hasta el amanecer (1996), proyecto pre-grindhouse que sirvió a sus artífices para homenajear algunos de sus referentes cinéfilos, eso sí, con el fin de sacar la pasta al personal. Vista hoy, la película funciona mucho peor que en su momento, aunque su desvergüenza está a prueba de bombas. Lo mejor, sin lugar a dudas la aparición de la pareja Williamson – Savini a mitad de película en plena orgía de sangre en La Teta Enroscada. Al menos sus fans, agradecimos su pequeña aunque imponente presencia en pantalla: Williamson puro en mano, machacando vampiros; Savini, con su pistola pene y su pequeño látigo devolviendo alimañas al infierno. Lastima que no tuviesen más papel.


• 2009. Williamson sigue en pie y dando guerra. Hace unos meses se le pudo ver como jurado en el festival de Sitges. En estos momentos maneja diversos proyectos a ambos lados de la cámara. Black Kissinger que le reunirá de nuevo con miss Gloria Hendry y Spats, en la que produce, escribe y dirige, y donde se reencuentra con la vieja guardia de la blaxploitation (Richard Roundtree y Jim Brown) acompañados para la ocasión por el habitual Robert Forster. Dos thrillers de acción que siguen manteniendo vivo el espíritu del martillo negro en el nuevo milenio.

miércoles, 11 de febrero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO (VIII)

7.- The Po´Boy times


The Hammer logra el éxito deseado a mediados de los 70. Vive la gran vida, asiste a fiestas, amplía ropero y zapatería, posa desnudo para la revista Playgirl…. pero no olvida sus obligaciones laborales y empieza una nueva aventura denominada Po´Boy Productions. La compañía permite al actor de color controlar personalmente los productos en los que interviene y dar así rienda suelta a sus nuevos retos. Este cambio también le facilita nuevos contactos, algunos de ellos en el mercado internacional, que los utilizará provechosamente en años venideros para sacar adelante nuevas películas o conseguir trabajo en producciones foráneas cuando la producción norteamericana le dé la espalda en su eterna búsqueda de nuevos rostros.

En 1976 se pasa a la dirección con Mean Johnny Barrows, un film de acción que precede en acontecimientos a la primera aventura de John Rambo. El tal Barrows no solo tiene que lidiar con su condición de excombatiente degradado durante la guerra en Vietnam sino también por su condición de raza. Además, ante la problemática de no encontrar salidas laborales tiene que aceptar el trabajo de un gang, en el que uno de sus miembros provoca una guerra entre bandas por el control del negocio. Una action-movie de tonelaje bajo salpicada, eso si, de presencias tan reconocibles como Roddy McDowall, Stuart Whitman, R.G. Armstrong, y en un breve papel, el siempre efectivo Elliot Gould.
Barrows no es el personaje habitual que suele interpretar Williamson en sus películas. Frente a este outsider algo superado por los acontecimientos, el actor siempre ha preferido a policías, detectives, caza-recompensas, aventureros o mercenarios que en todo momento controlan la situación e imponen su ley a sangre y fuego. En su condición de productor-actor siempre buscó personajes que pudiera repetir en varias películas iniciándose así pequeñas minisagas protagonizadas por un mismo personaje. El más característico de todos ellos fue Jesse Crowder, un detective privado con pasado policial que acepta todo tipo de encargos si el precio es justo. Así, en 1976, Williamson le dedica dos películas prácticamente rodadas a la par en los que el torvo private-eye se ve involucrado en todo tipo de entuertos. Abre el fuego No Way Back, en la que Crowder busca el rastro del marido de una misteriosa mujer en cuya desaparición están involucrados los habituales gangsters de postin. En Death Journey, por su parte y como indica su título, el detective tiene que proteger a un testigo en un violento viaje que les llevará desde L.A. hasta la gran manzana. Ambas producciones manejan presupuestos medios-bajos y ejemplifican muy bien el modelo de película que le gusta a Williamson: “Yo solo le pido dos cosas a los guiones que es lo mismo que quiere la audiencia. En primer lugar, tengo que conseguir a la chica. En segundo lugar, tengo que vencer en todas las luchas. No hace falta el suspense. Con estos dos ingredientes, seguramente la película será un éxito”.

Williamson consigue introducir a Jesse Crowder, aunque solo sea en el último cuarto de pelicula, en Blind Rage (1978), una psicotronía filipina dirigida por Efrem Piñón, en el que un grupo de amigos, todos ellos ciegos planean robar un banco. Acompañando a The Hammer, un habitual en sus películas setenteras, el actor D´Urville Martin.

El personaje, en un rol secundario cerrará sus aventuras en The last fight (1983), un thriller dramático de ambiente boxístico escrito, producido y dirigido por Williamson. Esta vengeance-movie protagonizada por los músicos Rubén Blades y Willie Colon vuelve a explorar los tejemanejes en los que se ve sometido un púgil en su ascenso al campeonato mundial. A destacar las apariciones del gran Joe Spinell y el siempre polémico Don King.

En la filmografía del protagonista de Black Caesar (1973), abundan papeles muy similares a Jesse Crowder. Las diferencias entre Frank Hook en The Big Score (1983), Thomas Fox en Foxtrap (1986), el pomposo Jake Sebastián Turner de The Messenger (1986), el policía Soda Cracker de The Kill Reflex (1989), o John Steele en Steele´s Law (1991) son mínimas. Hombres de acción a un lado u otro de la ley pero siempre imponiendo justicia, casi siempre la suya, a un módico precio o por convicciones personales. La venganza es un plato que Williamson repite con frugalidad en muchas de sus películas. Aunque solo sea como reclamo, destacan algunas de sus producciones por el conjunto de rostros conocidos, muchos curtidos en el cinema bis y aledaños, que aparecen en pantalla. Un claro ejemplo lo tenemos en South Beach (1992) una action movie dirigida por él en cuyo reparto se dejan ver Peter Fonda, Gary Busey, Robert Foster, Stella Stevens, Henry Silva, Sam J. Jones o la ex- modelo y ex-cantante Vanity. Una buena excusa para echar un vistazo a este direct-to-video.

El último tough guy de esta cansina nomina lo encontramos en Dakota `Dak` Smith, un detective de homicidios a la caza de serial killers, polis corruptos y traficantes de droga, cuyas aventuras se han prolongado en cuatro títulos de producción propia: Night Vision (1997), Down´n Dirty (2000), The rage within (2001) y On the edge (2002). A lo largo de las mismas, y como sucedían antaño en los seriales y series de TV, los rostros conocidos abundan por doquier: Cynthia Rothrock, Robert Foster (again), Gary Busey (que tampoco se pierde una), Tony Lo Bianco, David Carradine, Andrew Divoff, Charles Napier, Bubba Smith, Richard Norton, Ron O´Neal, Bernie Casey, Ice-T e incluso el inesperado Jim Brown. Viejos aromas de cine blaxploitation que perviven en una época dominada por la televisión por cable, el DTV y el world wide web.

domingo, 8 de febrero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO (VII)

6.- Blaxploitation vs Gangsploitation


En 1988 Dennis Hopper regresaba a la dirección con Colors, un interesante policíaco que marcaría el inicio de una nueva corriente dentro del cine afroamericano. El filme narraba el dia a dia de una pareja de policías, uno experimentado y pausado (Robert Duvall), el otro joven e impulsivo (Sean Penn), miembros de un grupo especial dedicado a combatir el narcotráfico y la violencia entre las bandas que controlan el Este de Los Angeles, principalmente los Bloods y los Crips. Lo más interesante de la película de Hopper era su alejamiento del tono lúdico que durante los ochenta dominó el cine policíaco optando por una mirada casi documental de las zonas mas asoladas por las guerras de bandas en la ciudad Angelina, concretamente de South Central, nuevo paraíso oscuro que será utilizado en años venideros por nuevas producciones. Esta producción se benefició de la ola de violencia que asoló la primavera de 1988 el oeste de Estados Unidos e incluso algunos actos de violencia fueron provocados en los cines en los que se proyectó el filme (promoción al mas puro estilo Castle). En Colors, aparte de actores de color que alcanzaran un importante status en años venideros (Don Cheadle, Damon Wayans, Glenn Plummer) fueron utilizados como extras miembros reales de las bandas e incluso en un breve papel aparecía el fundador de los Bloods. Uno de los elementos claves fue su banda sonora repleta de temas hip hop, empezando por el inolvidable Colors de Ice-T.

La repercusión de la película fue aprovechada por la nueva ola de directores afroamericanos que surge en el panorama cinematográfico a comienzos de los 90. Pimps, detectives de color, mafiosos, camellos, putas, black panthers, soul, funk, jazz… son sustituidos por pandilleros, tiroteos callejeros, tráfico de drogas, ropa deportiva, variedad de armas automáticas, graffities y hip hop… elementos que definen las claves del nuevo subgénero: la gangsploitation o Hood films. Los títulos más representativos son conocidos por todos: Boyz N the Hood (1991), New Jack City (1991), South Central (1992), Juice (1992), Menace to Society (1993), Clockers (1995),…

Larry Cohen y Fred Williamson se volvieron a reunir a mediados de los 90 para realizar Original Gangstas (1996), un anacrónico homenaje a las producciones afroamericanas setenteras, en plena decadencia del nuevo cine afroamericano, que recuperaba a algunos de los grandes actores del subgénero. Así junto a Williamson aparecían en la película Jim Brown, Ron O´Neal, Richard Roundtree, Pam Grier y Paul Winfield, acompañados por rostros curtidos en la serie B de las últimas décadas como Robert Foster, Charles Napier y Wings Hauser.

En su trama, un chico con posibilidades de salir del ghetto es asesinado durante un ajuste de cuentas entre bandas. En el mismo suceso, fallece también un anciano que les planta cara. El hijo del tendero del barrio, antiguo campeón de fútbol americano, regresa a casa y junto a la madre del chico asesinado, un viejo colega exboxeador y dos antiguos amigos desencantados con todo, movilizan al barrio para enfrentarse a las bandas. Al final la vieja guardia impondrá su ley a sangre y fuego.

Hot City es un film de acción y venganza que mira con ironía las nuevas tendencias en la cultura negra y los problemas que siguen acuciando a los barrios más desolados de población afroamericana. El filme parece sugerir que las nuevas películas de acción de pandilleros y hip hop no son nada en comparación con las viejas blaxploitation setenteras. Por ello, la película cargada de violencia no olvida las habituales denuncias aunque no elude la responsabilidad de la propia comunidad negra en el problema creado. Cohen como es habitual disemina a lo largo del metraje momentos de interés consiguiendo aunque solo sea eventualmente revivir un subgénero fenecido hace años. Un nostálgico canto de cisne en clave B que precedió a la excelente Jackie Brown (1997).

miércoles, 4 de febrero de 2009

FRED WILLIAMSON: EL MARTILLO NEGRO (VI)

5.- The Italian Connection


El cine italiano no podía permanecer indiferente ante un fenómeno como la blaxploitation y pronto incorporó entre sus filas a alguno de sus máximos representantes. De todos ellos, el más afortunado y el que mantuvo una continuidad laboral con el país transalpino fue Fred Williamson. De hecho, cuando crea su productora a mediados de los 70, Po´Boy Productions, la compañía queda asentada en esos primeros años en Italia.

Ya en 1974, el protagonista de Hammer (1972), participó en dos producciones relacionadas con el entonces pujante poliziesco all´italiana. Crazy Joe (1974) narraba dentro de la tradición de las crook movies, el ascenso y caida de Crazy Joe Gallo, un gangster que pactó con todas las bandas criminales afroamericanas de Nueva York y que aprovechó esta alianza para enfrentarse a la mafia. Tal osadía fue resuelta con su brutal ejecución en un restaurante de Little Italy. Esta producción de Dino de Laurentiis fue dirigida por Carlo Lizzani y en su reparto destacaban la presencia de Peter Boyle, Paula Prentiss; Rip Torn y Eli Wallach.

Three Tough Guys/Tipos Duros/El policía, el gangster y el violento/Uomini duri (1974) es un policiaco netamente blaxploiter, producido por de Laurentiis y dirigido con mano firme por el gran Duccio Tessari. La película juntó en el mismo reparto al excelente Lino Ventura, al músico Isaac hayes (que se ocupó de la excelente banda sonora) y a Fred Williamson en un insólito papel de villano. En su trama, un ex-presidiario reconvertido en sacerdote, une sus fuerzas con un ex-policía para aclarar un extraño crimen. Persecuciones, tiroteos, peleas, ambientes barriobajeros, mugre urbana….para uno de los mejores títulos que dio la blaxploitation en los años 70, donde se nota el buen hacer de un cineasta especializado en westerns, policíacos y películas de aventuras.

Williamson es uno de los insignes bastardos de Aquel maldito tren blindado/Inglorious Bastards (1978), primera de sus colaboraciones con Enzo G. Castellari, un filme bélico claramente influenciado por clásicos como Doce del Patíbulo (1967), El desafío de las aguilas (1969) o Los héroes de Kelly (1969). Un grupo de soldados renegados a punto de ser transferidos para ser juzgados, logran escapar tras un ataque alemán. En su huida hacia Suiza deciden ayudar a la resistencia francesa en una evidente misión suicida. Hazañas bélicas made-in-Italy, con el habitual sello de Castellari: una obra intrascendente pero francamente entretenida, donde impera la acción, el humor y el dinamismo sobre los hechos dramáticos. En breve, y gracias a Tarantino, será película de culto.

Castellari y Williamson repetirán en los 80, dentro de un subgénero, el postholocausto, que generará en Italia todo tipo de rijosas producciones. Abrió el fuego, 1990: Los Guerreros del Bronx (1982), todo un éxito en las salas de sesión continua del viejo continente, y que aprovechaba el reciente éxito de Mad Max (1979) y 1997: Rescate en Nueva York (1981). Realmente, la película mezcla motivos de la película de Carpenter y de Los amos de la noche/The Warriors (1978), el clásico setentero de Walter Hill. En su metraje domina la acción arrítmica, montones de pandilleros, escenarios asolados, protagonistas psicotrónicos (el inenarrable Mark Gregory, Marco de Gregorio en su casa), aires de spaghetti western, y algo más de violencia que en sus precedentes norteamericanos. Para más señas, the Hammer encarnaba aquí a un extraño personaje denominado el Ogro.

Williamson no trabajó en su continuación, la violentísima Fuga del Bronx (1983), pero si lo hizo en Los Nuevos Barbaros (1982), fotocopia exploiter de Mad Max 2 (1981), rodada por Castellari con su habitual afición a la acción desmelenada. En esta ocasión, son 2 mercenarios los que ayudan a una comuna nomada a combatir los ataques de las sanguinarias bandas motorizadas. Sobran más palabras.

Sin irnos del subgénero, nuestro actor favorito también apareció en otros dos títulos abiertamente psicotrónicos. El Guerrero del mundo perdido (1983) fue un vehículo al servicio del actor-exterminador Robert Ginty, y del que tuvo que ocuparse ocasionalmente de la dirección. El guerrero en cuestión no viaja en coche sino en una potente moto, y se enfrenta a la brutal tiranía de Prossor (el inolvidable Donald Pleasence), lider de Omega. Un olvidable neowestern apocalíptico.

Algo más disfrutable es 2072: Los Gladiadores de Roma (1984), incursión de Lucio Fulci, en el postholocausto, donde se mezclaban elementos de Rollerball (1975) y el clásico peplum italiano, a ritmo de sintetizador. En el futuro citado en el título, un grupo de convictos son obligados a luchar a muerte reviviendo los antiguos combates de gladiadores. Detrás de ello, se encuentra un medio de comunicación que controla el poder. Como se puede apreciar en este escueto resumen una situación no muy alejada de nuestro presente. Fulci imprime ritmo y contundentes dosis de violencia para uno de los filmes más entretenidos del subgénero.


No cerramos tienda sin citar al menos otras delicias con las que Williamson nos deleitó en sus particulares vacaciones en Roma: Il cappotto di legno (1981), la trilogía Black Cobra (1987-90), Eroi dell´inferno (1987), Delta Force Comando I-II (87-90), Detective Malone (1990)… todas ellas a evitar salvo para completistas y degustadores de las exploitation italianas al borde del fin.