5.- The Italian Connection
El cine italiano no podía permanecer indiferente ante un fenómeno como la blaxploitation y pronto incorporó entre sus filas a alguno de sus máximos representantes. De todos ellos, el más afortunado y el que mantuvo una continuidad laboral con el país transalpino fue Fred Williamson. De hecho, cuando crea su productora a mediados de los 70, Po´Boy Productions, la compañía queda asentada en esos primeros años en Italia.
Ya en 1974, el protagonista de Hammer (1972), participó en dos producciones relacionadas con el entonces pujante poliziesco all´italiana. Crazy Joe (1974) narraba dentro de la tradición de las crook movies, el ascenso y caida de Crazy Joe Gallo, un gangster que pactó con todas las bandas criminales afroamericanas de Nueva York y que aprovechó esta alianza para enfrentarse a la mafia. Tal osadía fue resuelta con su brutal ejecución en un restaurante de Little Italy. Esta producción de Dino de Laurentiis fue dirigida por Carlo Lizzani y en su reparto destacaban la presencia de Peter Boyle, Paula Prentiss; Rip Torn y Eli Wallach.
Three Tough Guys/Tipos Duros/El policía, el gangster y el violento/Uomini duri (1974) es un policiaco netamente blaxploiter, producido por de Laurentiis y dirigido con mano firme por el gran Duccio Tessari. La película juntó en el mismo reparto al excelente Lino Ventura, al músico Isaac hayes (que se ocupó de la excelente banda sonora) y a Fred Williamson en un insólito papel de villano. En su trama, un ex-presidiario reconvertido en sacerdote, une sus fuerzas con un ex-policía para aclarar un extraño crimen. Persecuciones, tiroteos, peleas, ambientes barriobajeros, mugre urbana….para uno de los mejores títulos que dio la blaxploitation en los años 70, donde se nota el buen hacer de un cineasta especializado en westerns, policíacos y películas de aventuras.
Williamson es uno de los insignes bastardos de Aquel maldito tren blindado/Inglorious Bastards (1978), primera de sus colaboraciones con Enzo G. Castellari, un filme bélico claramente influenciado por clásicos como Doce del Patíbulo (1967), El desafío de las aguilas (1969) o Los héroes de Kelly (1969). Un grupo de soldados renegados a punto de ser transferidos para ser juzgados, logran escapar tras un ataque alemán. En su huida hacia Suiza deciden ayudar a la resistencia francesa en una evidente misión suicida. Hazañas bélicas made-in-Italy, con el habitual sello de Castellari: una obra intrascendente pero francamente entretenida, donde impera la acción, el humor y el dinamismo sobre los hechos dramáticos. En breve, y gracias a Tarantino, será película de culto.
Castellari y Williamson repetirán en los 80, dentro de un subgénero, el postholocausto, que generará en Italia todo tipo de rijosas producciones. Abrió el fuego, 1990: Los Guerreros del Bronx (1982), todo un éxito en las salas de sesión continua del viejo continente, y que aprovechaba el reciente éxito de Mad Max (1979) y 1997: Rescate en Nueva York (1981). Realmente, la película mezcla motivos de la película de Carpenter y de Los amos de la noche/The Warriors (1978), el clásico setentero de Walter Hill. En su metraje domina la acción arrítmica, montones de pandilleros, escenarios asolados, protagonistas psicotrónicos (el inenarrable Mark Gregory, Marco de Gregorio en su casa), aires de spaghetti western, y algo más de violencia que en sus precedentes norteamericanos. Para más señas, the Hammer encarnaba aquí a un extraño personaje denominado el Ogro.
Williamson no trabajó en su continuación, la violentísima Fuga del Bronx (1983), pero si lo hizo en Los Nuevos Barbaros (1982), fotocopia exploiter de Mad Max 2 (1981), rodada por Castellari con su habitual afición a la acción desmelenada. En esta ocasión, son 2 mercenarios los que ayudan a una comuna nomada a combatir los ataques de las sanguinarias bandas motorizadas. Sobran más palabras.
Sin irnos del subgénero, nuestro actor favorito también apareció en otros dos títulos abiertamente psicotrónicos. El Guerrero del mundo perdido (1983) fue un vehículo al servicio del actor-exterminador Robert Ginty, y del que tuvo que ocuparse ocasionalmente de la dirección. El guerrero en cuestión no viaja en coche sino en una potente moto, y se enfrenta a la brutal tiranía de Prossor (el inolvidable Donald Pleasence), lider de Omega. Un olvidable neowestern apocalíptico.
Algo más disfrutable es 2072: Los Gladiadores de Roma (1984), incursión de Lucio Fulci, en el postholocausto, donde se mezclaban elementos de Rollerball (1975) y el clásico peplum italiano, a ritmo de sintetizador. En el futuro citado en el título, un grupo de convictos son obligados a luchar a muerte reviviendo los antiguos combates de gladiadores. Detrás de ello, se encuentra un medio de comunicación que controla el poder. Como se puede apreciar en este escueto resumen una situación no muy alejada de nuestro presente. Fulci imprime ritmo y contundentes dosis de violencia para uno de los filmes más entretenidos del subgénero.
No cerramos tienda sin citar al menos otras delicias con las que Williamson nos deleitó en sus particulares vacaciones en Roma: Il cappotto di legno (1981), la trilogía Black Cobra (1987-90), Eroi dell´inferno (1987), Delta Force Comando I-II (87-90), Detective Malone (1990)… todas ellas a evitar salvo para completistas y degustadores de las exploitation italianas al borde del fin.
Ya en 1974, el protagonista de Hammer (1972), participó en dos producciones relacionadas con el entonces pujante poliziesco all´italiana. Crazy Joe (1974) narraba dentro de la tradición de las crook movies, el ascenso y caida de Crazy Joe Gallo, un gangster que pactó con todas las bandas criminales afroamericanas de Nueva York y que aprovechó esta alianza para enfrentarse a la mafia. Tal osadía fue resuelta con su brutal ejecución en un restaurante de Little Italy. Esta producción de Dino de Laurentiis fue dirigida por Carlo Lizzani y en su reparto destacaban la presencia de Peter Boyle, Paula Prentiss; Rip Torn y Eli Wallach.
Three Tough Guys/Tipos Duros/El policía, el gangster y el violento/Uomini duri (1974) es un policiaco netamente blaxploiter, producido por de Laurentiis y dirigido con mano firme por el gran Duccio Tessari. La película juntó en el mismo reparto al excelente Lino Ventura, al músico Isaac hayes (que se ocupó de la excelente banda sonora) y a Fred Williamson en un insólito papel de villano. En su trama, un ex-presidiario reconvertido en sacerdote, une sus fuerzas con un ex-policía para aclarar un extraño crimen. Persecuciones, tiroteos, peleas, ambientes barriobajeros, mugre urbana….para uno de los mejores títulos que dio la blaxploitation en los años 70, donde se nota el buen hacer de un cineasta especializado en westerns, policíacos y películas de aventuras.
Williamson es uno de los insignes bastardos de Aquel maldito tren blindado/Inglorious Bastards (1978), primera de sus colaboraciones con Enzo G. Castellari, un filme bélico claramente influenciado por clásicos como Doce del Patíbulo (1967), El desafío de las aguilas (1969) o Los héroes de Kelly (1969). Un grupo de soldados renegados a punto de ser transferidos para ser juzgados, logran escapar tras un ataque alemán. En su huida hacia Suiza deciden ayudar a la resistencia francesa en una evidente misión suicida. Hazañas bélicas made-in-Italy, con el habitual sello de Castellari: una obra intrascendente pero francamente entretenida, donde impera la acción, el humor y el dinamismo sobre los hechos dramáticos. En breve, y gracias a Tarantino, será película de culto.
Castellari y Williamson repetirán en los 80, dentro de un subgénero, el postholocausto, que generará en Italia todo tipo de rijosas producciones. Abrió el fuego, 1990: Los Guerreros del Bronx (1982), todo un éxito en las salas de sesión continua del viejo continente, y que aprovechaba el reciente éxito de Mad Max (1979) y 1997: Rescate en Nueva York (1981). Realmente, la película mezcla motivos de la película de Carpenter y de Los amos de la noche/The Warriors (1978), el clásico setentero de Walter Hill. En su metraje domina la acción arrítmica, montones de pandilleros, escenarios asolados, protagonistas psicotrónicos (el inenarrable Mark Gregory, Marco de Gregorio en su casa), aires de spaghetti western, y algo más de violencia que en sus precedentes norteamericanos. Para más señas, the Hammer encarnaba aquí a un extraño personaje denominado el Ogro.
Williamson no trabajó en su continuación, la violentísima Fuga del Bronx (1983), pero si lo hizo en Los Nuevos Barbaros (1982), fotocopia exploiter de Mad Max 2 (1981), rodada por Castellari con su habitual afición a la acción desmelenada. En esta ocasión, son 2 mercenarios los que ayudan a una comuna nomada a combatir los ataques de las sanguinarias bandas motorizadas. Sobran más palabras.
Sin irnos del subgénero, nuestro actor favorito también apareció en otros dos títulos abiertamente psicotrónicos. El Guerrero del mundo perdido (1983) fue un vehículo al servicio del actor-exterminador Robert Ginty, y del que tuvo que ocuparse ocasionalmente de la dirección. El guerrero en cuestión no viaja en coche sino en una potente moto, y se enfrenta a la brutal tiranía de Prossor (el inolvidable Donald Pleasence), lider de Omega. Un olvidable neowestern apocalíptico.
Algo más disfrutable es 2072: Los Gladiadores de Roma (1984), incursión de Lucio Fulci, en el postholocausto, donde se mezclaban elementos de Rollerball (1975) y el clásico peplum italiano, a ritmo de sintetizador. En el futuro citado en el título, un grupo de convictos son obligados a luchar a muerte reviviendo los antiguos combates de gladiadores. Detrás de ello, se encuentra un medio de comunicación que controla el poder. Como se puede apreciar en este escueto resumen una situación no muy alejada de nuestro presente. Fulci imprime ritmo y contundentes dosis de violencia para uno de los filmes más entretenidos del subgénero.
No cerramos tienda sin citar al menos otras delicias con las que Williamson nos deleitó en sus particulares vacaciones en Roma: Il cappotto di legno (1981), la trilogía Black Cobra (1987-90), Eroi dell´inferno (1987), Delta Force Comando I-II (87-90), Detective Malone (1990)… todas ellas a evitar salvo para completistas y degustadores de las exploitation italianas al borde del fin.
Fenomenal artículo. Enhorabuena.
ResponderEliminar