La citada agresividad sexual acompañada del contenido violento de su propuesta suponía un claro contraste con la imagen benéfica y aséptica que hasta ese momento había representado en el cine mainstream Sidney Poitier. El nuevo héroe negro se resistía a la autoridad y al poder establecido, utilizando todos sus recursos para llegar a tal fin. El mensaje fue rápidamente captado por algunos sectores y movimientos comprometidos de la sociedad. Los Panteras Negras la convirtieron en su película emblema y auparon a Van Peebles como claro ejemplo de cineasta negro. De hecho, muchos estudiosos y aficionados consideran a la película la precursora y auténtica desencadenante de la ola blaxploiter setentera, y la que realmente puso las bases que siguieron posteriormente otras producciones.
Sweet Sweetback´s es una película independiente que fue financiada por afroamericanos al margen de Hollywood. Debido al contenido del guión Van Peebles tuvo muchos problemas para encontrar financiación aunque finalmente consiguió el medio millón de dolares con el que se presupuestó la película (50.000, por cierto, cedidos por Bill Cosby). Su recaudación final ascendió a los 15 millones.
Melvin Van Peebles es uno de las personalidades más peculiares e inquietas de la historia del cine afroamericano. Nacido en Chicago en 1932, y tras estudiar en
Van Peebles regresa a Estados Unidos donde recibe varias ofertas cinematográficas y acaba dirigiendo para Columbia, Watermelon Man (1970), la historia de un hombre blanco que un buen día se convierte en negro, sufriendo así las evidentes lacras del racismo. Las constantes injerencias del estudio le llevaron a plantearse una nueva película fuera de Hollywood. Surge así, Sweet Sweetback´s Baadassss Song (1971).
Su siguiente propuesta fue el musical Don´t Play us cheap (1973), una adaptación de uno de sus libros que pasó sin pena ni gloria. El escaso éxito de este filme llevó a Van Peebles a centrar su trayectoria como escritor, autor teatral y productor musical, volviendo al cine esporádicamente como actor y finalmente como director ya en los 90 (respaldado por su hijo Mario), beneficiándose del reconocimiento general de las nuevas generaciones de directores afroamericanos que le consideran una figura de culto.
El legado de Sweet Sweetback´s es innegable aunque hoy en día sea una película difícil de ver en todos los sentidos. Como otras propuestas de la época, sus experimentos formales han envejecido a marchas forzadas si bien su poder de seducción y su propuesta agitadora prevalecen en unos tiempos excesivamente dominados por la corrección política.
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