Ed Lacy no era muy amigo de crear series sobre un mismo personaje y a pesar del éxito obtenido con El detective negro, no optó por la senda fácil de recuperar al personaje en una franquicia al estilo Parker. Cuando lo hizo, apenas repitió el esquema de la obra original y fue la última vez que el detective negro apareció en una novela. Leo Zinberg recuperó a Toussaint Moore manteniendo las pautas del desenlace de la novela anterior.
Touie trabaja como cartero, tiene una esposa (la joven que conoció en el pueblo de Ohio donde se desarrollaba la obra germinal) y un futuro con alguna que otra sorpresa. Esto le lleva a recuperar su oficio ocasional, algo que no le gusta demasiado, pero obligado por las circunstancias acepta un caso con el que ganarse una suma de dinero considerable para alguien como él. Problemas: el nuevo asunto transcurre en México, tiene que ver con un impotante crítico taurino muerto en extrañas circunstancias cuya esposa quiere saber la realidad sobre el extraño deceso. El principal sospechoso, un popular torero que es casi una figura intocable y venerada por el público.
Entre misteriosos buscavidas, corruptelas varias, intentos de asesinato, viudas negras, serpientes y ambiente pintoresco se mueve esta estimable novela por momentos superior al primer título de la no-serie. Touie se mueve por un territorio que desconoce completamente y el color de su piel, amen de su nacionalidad, vuelve a ser un problema. Además, Moore tiene un auténtico imán para buscarse problemas lo que permite a Lacy trazar situaciones insólitas, acrecentar la nomina de sospechosos y avanzar la trama por líneas argumentales en ocasiones sorprendentes. Lo que aparenta ser un asunto de venganza, pasa a ser un caso de tráfico de estupefacientes que en realidad esconderá un secreto aún mayor y vinculado con la tauromaquia.
El México que recorre Moore no está muy alejado del descrito por Burroughs en Queer o el vivido por el Bennie de Quiero la cabeza de Alfredo García (1974), un lugar sucio, brutal y violento, donde pululan todo tipo de despojos humanos movidos por los más oscuros instintos terrenales. Touie solucionará el día no sin antes haber sufrido algún que otro varapalo y haber chocado con las autoridades del lugar. México sigue siendo ese oscuro paraiso donde el americano medio pierde la cabeza y se encuentra así mismo con sus peculiares demonios.
Ed Lacy fallecería pocos años después sin legarnos otra aventura más de tan insigne personaje. Lo que si queda claro es que su díptico sobre Toussaint Moore sigue siendo una obra de referencia a la hora de tomar el pulso a los detectives afromearicanos que desde entonces han ennoblecido las ficciones del género negro.
Touie trabaja como cartero, tiene una esposa (la joven que conoció en el pueblo de Ohio donde se desarrollaba la obra germinal) y un futuro con alguna que otra sorpresa. Esto le lleva a recuperar su oficio ocasional, algo que no le gusta demasiado, pero obligado por las circunstancias acepta un caso con el que ganarse una suma de dinero considerable para alguien como él. Problemas: el nuevo asunto transcurre en México, tiene que ver con un impotante crítico taurino muerto en extrañas circunstancias cuya esposa quiere saber la realidad sobre el extraño deceso. El principal sospechoso, un popular torero que es casi una figura intocable y venerada por el público.
Entre misteriosos buscavidas, corruptelas varias, intentos de asesinato, viudas negras, serpientes y ambiente pintoresco se mueve esta estimable novela por momentos superior al primer título de la no-serie. Touie se mueve por un territorio que desconoce completamente y el color de su piel, amen de su nacionalidad, vuelve a ser un problema. Además, Moore tiene un auténtico imán para buscarse problemas lo que permite a Lacy trazar situaciones insólitas, acrecentar la nomina de sospechosos y avanzar la trama por líneas argumentales en ocasiones sorprendentes. Lo que aparenta ser un asunto de venganza, pasa a ser un caso de tráfico de estupefacientes que en realidad esconderá un secreto aún mayor y vinculado con la tauromaquia.
El México que recorre Moore no está muy alejado del descrito por Burroughs en Queer o el vivido por el Bennie de Quiero la cabeza de Alfredo García (1974), un lugar sucio, brutal y violento, donde pululan todo tipo de despojos humanos movidos por los más oscuros instintos terrenales. Touie solucionará el día no sin antes haber sufrido algún que otro varapalo y haber chocado con las autoridades del lugar. México sigue siendo ese oscuro paraiso donde el americano medio pierde la cabeza y se encuentra así mismo con sus peculiares demonios.
Ed Lacy fallecería pocos años después sin legarnos otra aventura más de tan insigne personaje. Lo que si queda claro es que su díptico sobre Toussaint Moore sigue siendo una obra de referencia a la hora de tomar el pulso a los detectives afromearicanos que desde entonces han ennoblecido las ficciones del género negro.
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