jueves, 25 de abril de 2013

PURPLE RAIN (1984)

Canción, disco, película. Un entramado tan calculado como epidérmico. Los 80 tienen sus momentos, sus sonidos, sus formas, sus colores, sus imágenes, su vestuario, sus ídolos. El Principe de Minneapolis dió un golpe en la mesa tan fuerte como contundente en 1984. "Baby I´m a Star" que rezaba el octavo corte del album. Y como una profecía religiosa, se hizo la luz y Prince Roger Nelson marcó desde entonces el ritmo de la década. Los 90 ya serían otra cosa.

First Avenue es un templo en el centro de Minneapolis donde bandas aspirantes a alcanzar el éxito descargan su potencial en un curioso enfrentamiento. Una de ellas es "The Revolution" la banda comandada por "The Kid" cuyo máximo rival es el divertido "Morris" y su grupo "The Time". En medio de todo esto, surgirá una chica llamada "Apollonia" para aumentar la tensión existente. "The Kid" tendrá que hacer frente a su destino sin olvidar sus problemas familiares.

¿Es "Purple Rain" una buena película? No, es simple y ligera, artificiosa y videoclipera. ¿tiene gancho? Sí, y ese es su mayor aliciente. La película es simplemente una serie de estupendos set musícales unidos con una leve trama dramática, donde los músicos interactuan unos con otros con mayor o menor fortuna, con algunas presencias de indudable calado como Clarence Williams III (lo mejor de la función) y la actriz Olga Karlatos.

Purple Rain fue un riesgo para la compañía que la respaldó. Warner dió su brazo a torcer aunque sin muchas esperanzas de recuperar la inversión (tampoco muy grande). Lo vieron más como una extravagancia que como un objeto real. El capricho de un músico que intentaba alcanzar el estrellato y que hasta entonces era una prometedora figura que había atrapado a muchos de sus compañeros de profesión con su talento. Vista ahora, la operación estaba muy estudiada. Prince siempre ha llevado bien los negocios y este esfuerzo visual estaba en su plan de conquista mediática. Los singles calentaron el ambiente. El disco promocionó perfectamente las imágenes venideras y la película se consolidó como continuación cinematográfica de uno de los discos más importantes de los 80 (en lo comercial y en lo musical). El filme fue un inesperado éxito sin precedentes en USA y en los paises europeos nos llegó como cult movie o neo-midnight movie.

Visionarla ahora supone disfrutar con sus aciertos (musicales basicamente) y sus defectos (especialmente las actuaciones). Divierte el impostado tono dramático de algunas escenas, las agradecidas apariciones de Morris Day y Jerome Benton, la inoperancia interpretativa de Apollonia Kotero, la ambigua e infantil épica sexual del protagonista, la estimulante presencia de Clarence Williams III o su pretensión de rock movie ochentera en formato clip. Por otro lado Purple Rain ofrece un curioso documento algo fantaseado de la escena musical en el Minneapolis de finales de los 70 y comienzos de los 80, conviertiendo a la ciudad norteña en un centro muy popular a raiz de la película. Lo demás, un puñado de excelentes canciones replicadas y repetidas desde entonces, como un eco interrminable. Y ante todo, un juguete para expandir la figura de su máximo protagonista.

 
Lo mejor: La edición en DVD del filme con numerosos extras, entrevistas e incluso actuaciones músicales de la época.
Lo peor: Su condición de vistosa pompa de jabón, púrpura eso sí.

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