Juntemos a Christopher Lambert y a
Mario Van Peebles. El uno es guapo (o lo era) y el otro, en ocasiones, es
graciosillo (en El Sargento de Hierro, por ejemplo). Uno es blanco y desarrapado, el otro es negro, un poco huraño y ostenta ademanes chulescos. Situémosles en un
escenario exótico, Centroamérica nos puede valer. Pongamos de por medio
un tesoro (el mcguffin de la película), una pandilla de facinerosos y
maleantes que persiguen a nuestros chicos, una subtrama sin mucho
interés con la DEA como protagonista, y algo de hip hop para que los
amiguetes de Van Peebles cobren algo para seguir en el negocio. La
película resultante Gunmen (1993) una de esas extrañas producciones que
se estrenaron en los primeros 90, que parecen realizadas a destiempo unos años antes
con ideas gastadas del crepúsculo de los 70. Pienso en títulos como
Sniper, Arenas Blancas, Dos Duros sobre ruedas, El especialista,
Rescate, Jaque al asesino, Judgement Night...las que se me vienen rapidamente a la
memoria. No precisamente la alegría de la casa.
Cuando
el hermano del buscavidas y contrabandista Danny Servino es asesinado,
su vida empieza a tener un precio. Cole Parker, un agente de la DEA que
trabaja en la zona le busca para que forme equipo con él y encuentren
los 400 millones de dolares que el difunto escondió en un barco. Uno
sabe donde se haya escondido, el otro conoce el nombre del barco. El
dinero pertenecía a un narcotraficante cuyo peligroso lugarteniente,
Armor O'Malley, se convertirá en su principal obstáculo.
Gunmen
(1993) es un filme que no tiene nada especial. No aburre, pero
entretiene por saturación. No es una comedia aunque se busca un tono
cómico que no siempre funciona. Es un filme de aventuras pero sus
escenas de acción no son muy llamativas. Basicamente, estas vacaciones
pagadas son resueltas con corrección, eficacia a medio gas y poca destreza
narrativa. Las situaciones van pasando con regularidad, los personajes pululan por la
pantalla sin que tengamos mucho interés por ellos, cambian de escenario de vez en cuando (selva, tugurios, aviones, campamentos, playas), se enfrentan entre ellos, algunos van muriendo y
ante todo, el duo protagonista sale de todos los envites con la buena ayuda del guionista de
turno.
El punto más divertido de esta película es la gymkana de saltos que nuestros tipos duros van realizando a lo largo de la película: precipicios, helicópteros, edificios...Se lanzan al vacío siempre que tienen oportunidad y la situación lo requiere. De roturas de huesos ni hablamos. La caida siempre es salvaguardada por trucos de montaje y el sufrido especialista que se lleva la peor parte.
El punto más divertido de esta película es la gymkana de saltos que nuestros tipos duros van realizando a lo largo de la película: precipicios, helicópteros, edificios...Se lanzan al vacío siempre que tienen oportunidad y la situación lo requiere. De roturas de huesos ni hablamos. La caida siempre es salvaguardada por trucos de montaje y el sufrido especialista que se lleva la peor parte.
Lambert
y Van Peebles se lo pasan bien entre tanto bamboleo escénico pero Deran
Sarafian, el director de la película, se muestra excesivamente apático
en la puesta en escena de las fatigas de ambos héroes. Tiroteos
hiperbólicos modelo garrafón, persecuciones variadas pero con poca
tensión dramática, personajes ambiguos descubiertos a las primeras de
cambio, paisajes tropicales escondiendo los agujeros narrativos y un
puñado de actores luciendo un vestuario ad hoc que hacen lo que pueden
con sus arquetípicos personajes (que no es poco).
Por
lo demás, Patrick Stewart está completamente desaprovechado (aunque su
personaje tenga cierta gracia en el conjunto, un narcotraficante
inválido que entierra vivo a quien le traiciona, esposas incluidas),
Dennis Leary destaca sin hacer excesivos numeritos, y nuestras "estrellas"
hacen el ganso lo mejor que pueden, ganando Lambert por la mano. Los
seguidores de Sally Kirkland pueden disfrutar de su fugaz aparición
(como jefa de armas), y los veteranos reconocerán a Richard Sarafian haciendo un breve papelito (sinceramente podría haber
dirigido la película, porque es mejor realizador que su vástago). En resumidas cuentas, para
una desocupada tarde veraniega, Gunmen (1993) puede valer pero no se
hagan muchas ilusiones.
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