jueves, 15 de julio de 2010

SOLOMON BURKE EN VALLADOLID: 14/07/2010



El sueño soul de una noche de verano. Perfecto resumen para 80 minutos vibrantes de la mejor música del siglo pasado: soul y rythm & blues con los ecos cercanos del rock, el jazz, el gospel y el country. A sus 70 años, Solomon Burke sigue demostrando desde su trono dorado la maestría y la emoción que sigue suscitando un estilo de música surgido hace más de medio siglo y que sigue tan vivo e inmaculado como el primer día.


En esta pequeña fiesta, con el cielo como inesperada cúpula del acontecimiento, el veterano soulman de Philadelfia acompañado de una excelente banda hizo un delicioso repaso por algunos de los mejores hits que se siguen disfrutando en cualquier ocasión que se precie. Otis Redding, Sam Cooke, Ray Charles, James Brown, Aretha Franklin e incluso el finado Michael Jackson fueron recordados con cariño por este genio de la música negra.


Desde clásicos como “Georgia on my mind” o “Cry to me”, pasando por temas inolvidables como “I can´t stop loving you”, "Sittin' on the Dock of The Bay", “Proud Mary”, “What a wonderful world”, “Fa-Fa-Fa-Fa-Fa/Sad song” o himnos para el baile como el “Tutti frutti” de Little Richards o el increible “Down in the Valley”, buen momento para incitar al movimiento generalizado.


El maestro Burke posee una voz que no se apaga, que invita a aplaudir, a bailar, a amar, a buscar la felicidad, a ser mejores siendo uno mismo, a no perder la esperanza en los momentos difíciles. Una voz que busca la serenidad y que dota al espectáculo de una cercanía que el público siente en todo momento como auténtico protagonista de una inolvidable noche. Una voz que se apoya en muletillas (easy!, listen!, bring it down…) para dar el autentico tempo musical del espectáculo.


Solomon Burke encadenó un tema tras otro evitando los tiempos muertos y permitiendo que la fiesta nunca decayera. Se repartieron rosas, collares, camisetas, cds, y se acabó lógicamente cantando y bailando el mítico "Everybody needs somebody to love", perfecto final que fue acompañado por el ya popular "The sains go marchin´in". Despedida y cierre para una velada perfecta y francamente insuperable. Sin lugar a dudas, el mejor regalo de cumpleaños.


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