Hay libros cuya apariencia gráfica acompañada de algún texto
promocional seducen antes de leerlos. Esto es lo que sucede con “Coburn”
estimable novela negra de Pablo García Naranjo, donde el autor da rienda suelta
a su pasión por las historias de venganza y por el estilo hardboiled. Hablamos
de un pastiche en clave pulp, nada objetable cuando el resultado es tan
efectivo como satisfactorio. En otro país y en otro tiempo podría significar el
comienzo de una larga serie centrada en el personaje protagonista y publicada
por algún sello especializado en libros baratos como la editorial “Gold Medal”.
Una trama sencilla, unos personajes tan característicos como
bien urdidos, un universo reconocible e inquietante y un logrado tono hacen de
este thriller una novela adictiva y muy disfrutable. La acción se desarrolla en
dos ámbitos: primero la Gran Manzana, después la costa Oeste, Los Angeles. Estamos
en los setenta, bien entrada la década. De por medio, una huida y un encargo a
modo de ajuste de cuentas. Coburn es un asesino a sueldo de vuelta de todo que
ha sobrevivido siguiendo un código personal en la jungla del crimen. Un mal
paso y un inesperado contratiempo le obligan a cambiar de aires. En la capital
angelina acepta buscar a una joven desaparecida. Policías corruptos (un acierto el bronsoniano Dennis Buchinski), celuloide teñido de sangre y hampones
ocultos en el negocio del cine (Mr. Black). Moteles de mala muerte, oscuros almacenes
en zonas poco frecuentables, decadentes mansiones convertidas en escenarios de improvisadas
masacres. La cara más amarga de la industria de los sueños aparece
perfectamente mostrada.
Coburn supera todos los obstáculos como lo hacía el Parker
de Donald Westlake. Personajes duros, expeditivos, violentos, capaces de
continuar hacia delante aunque tengan plomo incrustado en su carne, moratones
de todo tipo y heridas sangrantes. En su camino topan con lo peor de la raza
humana a un lado y al otro de la ley. Todos pagarán con la misma moneda. Se
suceden las peleas, las frases lapidarias y lo tiroteos. Incluso nos encontramos
con un atisbo de falsa redención donde no falta el cinismo y la mirada descreída.
La narración es fluida, directa y muy gráfica con algunos guiños al mundo
cinematográfico tan palpables como conseguidos. Además el escritor supera cierto
embarullamiento y confusión en los momentos de acción respecto a su anterior
novela “Laguna Negra” . En el debe, ligeros subrayados que no empañan el
conjunto. Y sobre todo la sensación de quedarnos con ganas de más, de que el implacable Coburn
cruce la frontera y vivamos con él un periplo mejicano como el del "Bennie"
peckinpahniano o el que vivió el detective negro Toussaint Moore en “El momento
de la verdad” de Ed Lacy. Seguro que al taciturno antihéroe creado por García Naranjo
nos lo volveremos a encontrar en un futuro.
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