martes, 17 de abril de 2012

EL SOTANO DEL MIEDO (1991)


"El sotano del miedo es una metáfora de la evolución del mundo en el que las generaciones jovenes son como zombis que viven en el subsuelo de una casa/mundo que se ha convertido en terrible, horrorosa. Y eso por culpa de los habitantes de esa casa/mundo, que por eso llamo Hombre y Mujer(....). Lo que a mí me interesaba no era centrarme en el caso concreto, sino en la abstracción de la globalidad". Wes Craven dixit*. El problema como suele suceder con otras propuestas del director norteamericano es visionar la película y leer declaraciones como esta. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.


Al creador de "terrores favoritos" como Pesadilla en Elm Street, Las colinas tienen ojos, Bendición mortal o La serpiente y el arco iris, la palabra maestro le queda muy grande. Como herramienta promocional queda muy bien (el estreno de Scream me confirmó que Craven es ante todo un vendedor de humo) pero ver su nombre en compañía de Cronenberg o Carpenter provoca en el que esto suscribe demasiadas suspicacias.


A lo largo de su pintoresca, accidentada y muy irregular carrera, Wes Craven ha demostrado tan buen olfato para las grandes ideas como una decidida incapacidad para desarrollarlas competentemente hasta el final. Listo como pocos, sus filmes son rodeados de reflexiones sesudas para que el espectador cuando muerde el anzuelo, el gusano tenga un sabor apetecible y no el que realmente tiene. Quizás estoy generalizando o siendo un poco duro, pero Wes Craven me recuerda a uno de esos productores musicales que cada temporada buscan el hit deseado. A veces lo consigue y la mayoría de las ocasiones no.


Entremos en faena. En un ghetto intuimos que angelino, vive en un bloque completamente desahuciado un chico afroamericano (al que llaman el loco), su madre enferma y su hermana lectora de tarot entre otras habilidades. Convencido por un maleante del barrio, el loco es instigado a asaltar la casa de los auténticos dueños del bloque. En el misterioso lugar se esconde un tesoro. Sin embargo, la extraña mansión oculta inesperados secretos.


Craven utiliza como fuente (no es la primera vez) un caso de la crónica criminal sucedido en Santa Monica y que encontró en los periódicos. Sin embargo, el cineasta recurre a los cuentos de hadas (concretamente los ecos de Hansel y Gretel, Juan sin miedo o Jack y las alubias mágicas surgen en el filme) para aderezar esta supuesta crónica social, con forma de aventura juvenil y notas de denuncia al sistema. Happy end incluido.


Lo mejor del filme es como siempre lo que Craven apunta: esa pareja de ogros efectivamente interpretada por Everett Mcgill y Wendy Robie, siniestros hermanos de sugerida relación incestuosa y que tienen secuestrados a un grupo de niños (ya crecidos) en el sótano. Sin embargo, esta truculenta y fascinante propuesta no es explotada por Craven en su vena terrorífica sino que opta por un formato más ligero y distendido, de epopeya juvenil repleta de acción, personajes caricaturescos, situaciones moderadamente intrigantes y algunos golpes de efecto sanguinolento (para mantener la marca entre el fandom). Estamos en resumidas cuentas, ante un filme un tanto oscuro para los más pequeños y un tanto infantil para los más adultos, lo que provoca cierto alejamiento entre el público general.


El sótano del miedo (1991), pese a todo, y dentro de la filmografía de Craven es un filme correcto (está bien rodado y tiene aspectos simpáticos) y superior a otras lindezas con las que el cineasta nos ha obsequiado y que alguna vez hemos tratado por aquí. Se repite ese concepto de maldad plenamente humana que anida a nuestro lado de manera invisible y bajo la etiqueta siniestra de gente corriente. Una temática que se desarrolla en muchas de las ficciones del cineasta norteamericano independientemente del resultado obtenido.


Pero centrándonos con algunas de las preferencias de este blog, nos llama la atención que el filme llegue a las pantallas en pleno auge del cine afroamericano de los 90 (la idea y el boceto inicial databa según Craven de una década antes), lo que convierte al filme en una especie de "Los Goonies in the Hood", recalcado por el protagonismo afroamericano tanto del protagonista como del contexto en el que se desarrolla la historia, aunque los elementos racistas y más controvertidos son limados para hacer digerible el producto. El vino de siempre en botellas "usadas" (que no nuevas).


Lo Mejor: la idea de la historia y el cartel de la película.
Lo peor: la indefinición conseguida en el resultado final
La duda: ¿Por que muchas películas de Wes Craven tienen trabajo adicional de post producción?

*Fantastic Magazine nº 9. Segunda época. Noviembre 1992. Pg 40.

1 comentario:

  1. Esta peli la revisioné hace algunos años y me quedó esa sensación que comentas: demasiado oscura para los más pequeños y demasiado infantil para los adultos. De todas formas me han entrado ganas de volver a verla porque tampoco es que la tenga muy fresca.

    Sobre Wes Craven, nada más que añadir, creo que el concepto de cineasta que representa lo has definido muy bien.

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