jueves, 29 de septiembre de 2011

BLACK (2009)


Basta visionar los títulos de crédito de esta estimable action-movie para situar al espectador en una peculiar encrucijada. Desde los cielos de Paris y acompañados por la sugerente versión funky de Así habló Zaratustra a cargo de Eumir Deodato nos acercamos al protagonista del film a punto de llevar a cabo un robo. La solemnidad cool de la pieza musical nos retrotrae a 1971, cuando un tema musical de características similares servía para presentar a John Shaft y de paso a consolidar un género que pervivió durante una década en las pantallas cinemátográficas.


Pierre Laffargue director de Black (2009) elude de manera inteligente el considerar su película un mero regreso a la blaxploitation (cita como referentes a Jack y Walter Hill, John Carpenter, Ted Post o William Friedkin), pero participa de algunos de los logros que dicha etiqueta puso de moda hace 30 años. Y lo hace, de manera novedosa creando un personaje al margen de la ley y situándole en Africa y aprovechando finalmente algunos aspectos del misticismo y del folclore del continente negro.


Black, un delincuente de origen senegalés pero criado en Francia, sobrevive a un fallido atraco a un furgón blindado viendo caer a sus compañeros. Temiendo por su situación recibe una inesperada llamada de un primo suyo que le ofrece un buen trabajo: robar unos diamantes que se encuentran guardados en un banco de Dakar cuyas medidas de seguridad son muy debiles. Sin embargo, no será el único en aspirar a las preciadas piedras. El corrupto director de la entidad, un traficante de armas y un grupo de mercenarios montarán sus propios planes. Black tendrá que luchar contra todo y contra todos si quiere salir adelante. Y para tendrá que encontrar su auténtica identidad.


Black (2009) estrecha lazos con algunas vias del cine de francés de género tanto pretéritas como actuales. Por un lado es fácil encontrar en sus imágenes la huella de las producciones que en los 70 y 80 convirtieron a Belmondo en one action hero: aventuras, acción, humor y un cierto poso crítico. Por otro lado, el film de Laffargue estaría dentro de la nueva ola de películas de acción con las que Luc Besson y su productora han ido llenando el mercado en las dos últimas décadas. Un cine de acción estilizado, repleto de ritmo y con algunas señas propias que le identifican de otras cinematografías (aunque como apuntamos en nuestro anterior post este elemento se ha ido disipando).


Sin embargo, Pierre Laffargue sorprende al espectador y en su tramo final lleva la película a un universo puramente fantastique que acoge propiamente el universo panteista senegalés (hechicería para entendernos). Black (2009) aparenta ser hasta ese momento un modélico film de acción repleto de tiroteos, robos, traiciones y malentendidos. Un atraco frustado en París (muy bien filmado) lleva a nuestro protagonista a cambiar de aires y regresar (por primera vez) a su tierra para llevar a cabo un robo, el cual no saldrá como era esperado y tendrá que luchar por sobrevivir en una nueva jungla (un Dakar del que no se esconde sus lugares más degradados) con un inesperado y hermosos aliado (una bellísima agente encubierta de Interpol).


Laffargue utiliza tres figuras icónicas para trascender su relato y llevarlo a un nivel casi mitológico: el Leon, la Pantera y la Serpiente. Black es el León marcado (como le señaló un misterioso profeta en París al que reencontrará en Senegal) que ayudará a su pueblo originario a eliminar una amenaza sobrenatural, que hasta ese momento se había movido con engaños terrenales: la Serpiente (en realidad una hechicera, mano derecha del traficante blanco al que conseguirá mutar en un ser monstruoso). El Leon unido por un pacto ritual con la Pantera tendrá que eliminar a la peligrosa Serpiente en un combate de esencias psicodélicas.


Paralelamente, Black (2009) llena su metraje de personajes reconocibles y tipologías conocidas: Mercenarios blancos de origen ruso, extravagantes delincuentes que fallan en el momento de la verdad, luchadores negros armados con machetes, corruptos trajeados aficionados al mundo del maletín, villanos aquejados de megalomanías varias y una black magic woman de armas tomar, digna heredera de las heroinas del cine blaxploiter.


Protagoniza el cantante MC Jean Gab´1 (visto en el díptico Distrito 13), acompañado de la imponente Carole Karemera, y en papeles antagónicos a François Levantal y Anton Yakovlev. Mención aparte para el excelente trabajo de fotografía a cargo de Patrick Ghiringhelli (especialmente en las escenas nocturnas) y el sincopado montaje llevado a cargo por el propio director. Y no cerramos sin destacar uno de los puntos claves de la película: su columna sonora de sonoridades funk claramente deudoras del cine de los 70 y que elevan ostensiblemente el nivel de la propuesta. ¡Larga vida al Neoblax!


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