Fallecido el pasado 3 de septiembre, José Ramón Larraz constituye una rara-avis en nuestro cine. Perteneciente al campo profesional del comic y de la fotografía, su salto al mundo del celuloide se produce de manera un tanto circunstancial aunque fiel a su espíritu inquieto. Durante dos décadas, Larraz facturó un conjunto de obras donde se aunan el aspecto autoral (especialmente en sus comienzos) con los condicionantes requeridos del mercado, especialmente desde su vuelta a España a mediados de los 70. Terror, thriller, comedia, drama, erótico, bipopic histórico...su obra está trufada de todo tipo de etiquetas donde aún considerando sus altibajos y elementos negativos siempre es apreciable los hallazgos de determinadas obras.
El peor enemigo del cine de Larraz ha sido la dificultad de acceder a su material más interesante, el de la primera etapa (por lo general rodado en el exterior de nuestro país), y la pereza con que la crítica del momento acogió su trabajo (algo que ha ido cambiando especialmente en los últimos años). Personalmente, considero que Larraz realizó sus mejores filmes entre 1970 y 1975, donde facturó siete películas entre el terror, el thriller y el drama psicológico repletas de atmósferas decadentes y densas, desarrolladas en localizaciones solitarias que prolongaban las mentes dislocadas de sus protagonistas. Cine netamente exploiter al gusto europeo, donde se mezcla manierismo y tosquedad narrativa, lo sugerente y lo evidente, en ficciones repletas de erotismo, violencia y perversidad.
1.- WHIRLPOOL (1969). La opera prima de Larraz, una extraña coproducción anglo-danesa, rodada con escaso presupuesto y en clave thriller un tanto underground. Un joven fotografo, su perversa tía, sus oscuros juegos, una casa aislada cerca de un solitario y otoñal bosque. Guiños a Hitchcock y Polansky (lo de "Blow Up" lo veo más superficial aunque se suele citar como influencia), atmósfera turbia y enfermiza, narración directa y sin excesivas complicaciones, algunos detalles cromáticos en la fotografía y una presencia inquietante que mereció mejor suerte: el estupendo Karl Lanchbury. En su distribución USA fue obsequiada con un título contundente (She died with her boots on). Filme perdido durante muchos años, emergió durante la década pasada en una copia infame que de alguna manera engrandece el caracter maldito de la película.
2.- DEVIATION (1971). Segundo trabajo del director barcelonés, en esta ocasión con dinero italiano e incidiendo de nuevo en el thriller perverso con toques terroríficos. Una pareja llega accidentalmente a una solitaria mansión (seña de identidad del cine de género de Larraz) habitada por personajes misteriosos que dan rienda suelta a sus instintos más primarios y decadentes (orgías, drogas, asesinatos, taxidermia). Atmósfera perversa y claustrofóbica, psicologías enfermizas, giros de guión gratuitos y eficaces...Otra pieza inquietante del puzzle cinematográfico de su autor, acertada prolongación de su primera película. De nuevo Karl Lanchbury hace acto de presencia, acompañado de la extraña Sybila Grey. La columna sonora corrió a cargo de un entonado Stelvio Cipriani.
3.- LA MUERTE INCIERTA (1973). Primera película española de Larraz, invisible en todos los sentidos, de reminiscencias claramente pulp (versión bolsilibro Bruguera) y ambientación exótica. La maldición familiar que se cierne sobre un colono inglés a su regreso a la India, estrenando esposa europea, en su solitaria mansión habitada por sus escasos sirvientes, su inquietante hijo y la presencia invisible de la mujer india que le soltó el hechizo (reencarnada en un tigre que vive en la plantación cercana y que les acecha). Mejor que similares producciones de Jesus Franco en la misma época, inferior en resultados a sus anteriores filmes, una obra simpática, con cartas escondidas en su libreto, deshilvanada en sus actuaciones, aunque fiel al mundo que iba configurando su director. Otra obra maldita de distribucción cuanto menos misteriosa.
4.- SCREAM AND DIE (1973). Una joven modelo londinense llega con su novio a una misteriosa mansión donde asiste a un extraño encuentro sexual y a un posterior asesinato. Progresión de Larraz en sus ambientes enfermizos, en un filme de misterio habitado por presencias pintorescas, sexo bizarro, relaciones incestuosas, crímenes y decadencia. Karl Lanchbury encarnando una vez más a un angelical y oscuro personaje acompañado de la no menos perversa Maggie Walker representa lo mejor de la función. Mi favorita del director barcelonés, estrenada en España con el estúpido título de "Violación y ...?", donde se aprecian ciertos paralelismos con el cine de Polanski.
5.- EMMA, PUERTAS OSCURAS (1974). Una joven desequilibrada es atropellada y posteriomente acogida por una doctora con la que mantiene una ambigua relación. El brutal asesinato del marido de la doctora desencadena una huida de ambas que provoca la desbocada pulsión homicida de la protagonista. Las señas de identidad de Larraz en sus segundo filme de producción española, del que se intuye doble versión, con una lograda segunda parte ambientada en escenarios boscosos y solitarios, donde no falta la abandonada mansión de turno (en este caso, un destartalado hotel). Rostros conocidos como Perla Cristal y Angel Menéndez, secundan a la desconocida Susanna East, resultona en su rol protagonista.
6.- SINTOMAS (1974). Su "opus magna" donde mejor se definen y desarrollan todas las obsesiones, temáticas y personajes que hasta aquí había desarrollado el realizador barcelones. De nuevo un thriller perverso, enrarecido, otoñal de claras reminiscencias polanskianas. Un caseron solitario, dos mujeres solas, extraños merodeadores, crímenes, extrañas llegadas, lesbianismo soterrado. Larraz consigue una obra fantasmagórica y onírica donde la inquietante atmósfera es la dueña de la ficción. El rostro enigmático de Angela Pleasence funciona como perfecto espejo de las oscuras emociones que provoca la película.
7.- LAS HIJAS DE DRACULA (1975). Poco que añadir a esta incomparable cult-movie setentera. Vampirismo lésbico con dos angeles de la muerte que se ven condenadas a perversos juegos de sangre y sexo en su no-vida. Larraz utiliza perfectamente el escenario para recrear una ambientación tórrida y mórbida, donde el sexo, la sangre y la muerte emergen sin complejos en una narración presidida por el amor fou. Otro detalle original en la propuesta es su tratamiento del vampiro: sus protagonistas se convierten en upiros tras ser brutamente asesinadas a sangre fría por un desconocido (dotanto al tema una connotación fantasmagórica y obviando el habitual esquema de la transmisión vampírica). Un filme al que el tiempo ha ido dotando de mayor importancia de la que tuvo en su momento.
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