La segunda aparición del inspector Virgil Tibbs en las pantallas supone uno de los primeros black thrillers facturados en los 70, aunque el honor de obra seminal de la blaxploitation se lo lleve otra producción realizada el mismo año y ya citada por estos lares: Algodón en Harlem (1970). No obstante, algunos títulos generalmente policíacos de finales de los 60 ya anticipaban lo que iba a venir y hay que reconocer que existe un antes y un después de En el calor de la noche (1967), el estupendo filme de Norman Jewison, galardonado por la academia, que sirvió a Sidney Poitier para encarnar al personaje más reconocible de su trayectoria ante las cámaras. El inspector Tibbs era una creación del escritor blanco John Ball que desarrolló una serie de novelas y relatos cortos en torno al personaje, a los que siempre dotó de elementos importantes en el contexto socio-político de la época.
Desarrollada en San Francisco, They call me Mr. Tibbs! narra la investigación policial que el inspector de policía afroamericano y varios de sus hombres llevan a cabo a raíz del sórdido asesinato de una prostituta. Entre los involucrados en el asesinato se encuentra un predicador liberal con aspiraciones políticas, amigo de Tibbs (lo que complica en más de una ocasión su presencia en el caso), y el casero de la víctima, un turbio personaje metido en negocios sucios. El inspector Tibbs tendrá que salir adelante entre dudas, obstáculos y molestos problemas domesticos.
A pesar de su llamativo y convincente título, esta primera secuela de las andanzas del inspector negro sigue las pautas básicas del policíaco de la época, en un momento de evidentes cambios ya anticipados por Bullit (1968) y que quedarían definitivamente consolidados con la llegada de Harry el sucio (1971) y The French Connection (1971). Aún así, Ahora me llaman Mr. Tibbs no está ni mucho menos a la altura de los citados títulos y pasa por ser un tibio y correcto policíaco que en más de una ocasión se acerca molestamente a un piloto televisivo. Tampoco la película dirigida por Gordon Douglas muestra la beligerancia reivindicativa ni la suciedad urbana que muchas blaxploitation mostrarían de mejor o peor manera en los años sucesivos. Estamos por lo tanto, ante una obra de transición entre la vieja escuela de los 60 y la nueva ola de thrillers que se impondrían a lo largo de la década de los 70. Por otro lado, hay que reconocer que la presencia de Sidney Poitier impone una imagen ya consolidada en la década anterior por el actor en una serie de vehículos aptos para todo tipo de públicos aunque muchas de sus apariciones integraran un mensaje liberal de marcado contenido crítico siempre del agrado de la bienpensante mayoría WASP.
Entre los aspectos destacables de esta nueva aventura, amen de su desarrollo en las siempre agradecidas calles de San Francisco, se encuentra su entonada columna sonora, obra otra vez del gran Quincy Jones, aquí experimentando con sonoridades jazz aderezadas con dinámicos cortes funk, que describen muy bien los entornos nocturnos en los que transcurre la acción de la película. Su conocido main title suele ser una pieza habitual en los recopilatorios de música blaxploitation de los 70.
El resto viene a ser lo de siempre: persecuciones, tiroteos, falsas pruebas, deducciones de impostada ductibilidad, variopinta galería de secundarios, visitas a tugurios brillantemente iluminados y expeditivos diálogos con poso de ser más ligeros de lo que realmente pretenden. Tibbs intenta salirse en ocasiones por la tangente pero no deja de encarnar al brillante policía negro al que el sistema ha empleado todo tipo de recursos en formar durante 12 años. Además uno de los elementos más prescindibles de la obra son las escenas domésticas del personaje (ausentes por cierto en las novelas) que suavizan la imagen del policía y le rodean de esa idea familiar buscada por su protagonista. En muchas ocasiones aparte de debilitar la trama entorpecen el seguimiento de la investigación policial aunque añadan matices, en mi opinión innecesarios, al personaje de Virgil Tibbs.
Sidney Poitier, con su carisma llena por si solo la pantalla y como suele ser habitual aparece muy bien secundado: Martin Landau convence como el perseguido reverendo Logan Sharpe, Anthony Zerbe se gana tranquilamente el papel de villano de la función y la cantante Barbara Mcnair encarna modestamente a la esposa de Tibbs. La acción de Ahora me llaman Mr. Tibbs sucede entre dos movimientos de cámara ciertamente sugerentes, uno descendente que nos introduce en la película y otro ascendente que acompaña los créditos finales, únicos momentos reseñables de la dirección de Gordon Douglas, un veterano de la serie B, con varias obras maestras en su filmografía, ninguna de ellas luciendo color negro. La película tuvo el suficiente éxito como para generar una nueva secuela, El inspector Tibbs contra
Gordon Douglas dirigió 2 grandes westerns "Rio Conchos" y "Chuka" y varios Thrillers como "El Detective" cón Frank Sinatra,Lee Remick,Jaquelinne Bisett y como artista invitado el boxeador Ray "Sugar"Robinson ,para lo mas entendidos el mejor boxeador de la historia ,á Frank Sinatra lo dirigió de nuevo en "Hampa Dorada" y "La mujer de cemento" diptico sobre el detective Tommy Rome,el mismo qué vivia en un yate en Miami Beach .
ResponderEliminarEn esta pelicula ya ponián á Virgil Tibbs cón una familia,esposa hijo é hija,y ayudaba al grán Martin Landau qué era un cura,me acuerdo de una secuencia en la qué cogia a su hijo fumando ó pegandose cón su hermana ,también aparecia Ron O´Neal ,¡¡¡¡¡¡¡sin bigote!!!!!! ,antes de hacer Suprfly.
ResponderEliminarHola Eduardo. Creo que Ron O´Neal aparecía como bien dices sin bigote en la siguiente película del ciclo Tibbs: El inspector Tibbs contra la organización (1971).
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