lunes, 19 de diciembre de 2011

THE BLACK SAMURAI (1977)

Para Vincent Castro, El Samurai Argentino


El finado Al Adamson, impenitente perpetrador de todo tipo de despropósitos fílmicos, alistó en las filas de su particular imperio cinematográfico a Jim Kelly cuya trayectoria profesional iba bajando peldaños en lo presupuestario aunque al menos se mantenía como black action hero. El año en que apareció esta película es un momento en el que el mercado empezaba a pedír otras cosas. Hollywood y aledaños se habían cansado de dar coba al público y starsystem afroamericano y los restos del naufragio pululaban o encontraban su asiento en los drive-ins, grindhouses o sitios mucho peores en espera de la pequeña revolución que supuso el mercado del video. Sin embargo, este último aspecto no le sentó nada bien a ninguno de los implicados en este filme. Kelly & Adamson abandonarían las pantallas a comienzos de los 80, buscando nuevos pastos donde poder demostrar sus habilidades. El primero en el deporte profesional y el segundo en el mercado inmobiliario.


Ya comentamos al tratar la serie de novelas del Samurai Negro (escritas por Marc Olden) que la elegida a la hora de ser llevada a la pantalla, fue la más delirante y rocambolesca de todas ellas: The Warlock. En ella, un personaje poco frecuentable llamado Janicot, esconde su entramado criminal bajo las hechuras de la magia negra, el vudú y todo tipo de rituales heterodoxos. Para deleite de paladares poco exquisitos, el brujo lidera una banda de facinerosos ciertamente peculiar: Synne (una salvaje black woman), Chavez (un gangster hispano con un look a medio camino de Dali y Lee van Cleef), enanos luchadores, hombres-leon, karatecas uniformados de negro riguroso, serpientes...


El tal Janicot secuestra a Toki la hija de un diplomático oriental, la cual tuvo un romance con Robert Sand, nuestro samurai negro, y aunque el villano planea chantajes y demás truculencias, la desaparición de la chica es lo único que motiva al agente especial de D.R.A.G.O.N.


Aunque la trama daba para un filme de presupuesto medio-alto, Black Samurai (1977) se mueve en la escala monetaria más baja y utiliza los recursos habituales del cine de explotación. En este caso, aunque no lo parezca estamos ante una spy-movie de efecto internacional, en la que no faltan persecuciones con olor a asfalto y textura terrosa, algo de variedad geográfica (Hong Kong filmado al estilo cine guerrilla, Haiti y la costa (o)este aunque el espectador no sabe muy bien donde transcurre la acción), escenas de acción de andar por casa, un villano cuyos planes son más intuidos que mostrados, mugrientos delincuentes que reciben lo que se merecen y sobre todo, despliegue marcial a cargo de Jim Kelly que coreografía y realiza casi todas las escenas pelígrosas.


Al Adamson imprime su estilo cuartelero/desaliñado y la habitual arritmia narrativa que preside sus películas aunque aquí al menos se ve aderezada de detalles pintorescos francamente inexplicables. Sand se mueve constantemente pero sin motivo aparente ya que el cuarteado guión (?) juega al despiste constantemente (este aspecto sucede también en las mucho más ampulosas correrías de 007 y familia). Los villanos hablan por los "codos" y hacen muchas cosas pero la duración de los planos no lo justifica.


Para animar el tramo central, el "samurai negro" acude por tierra, mar y aire a un islote con el fin de buscar a la femina secuestrada (aunque de antemano sabemos que no está allí) y en su defecto, Sand se ejercita con unos cuantos hombres-león (que no sabemos muy bien que pintan allí) y un enano con latigo llamado Rheinhard cuya muerte es bastante ridícula.


Los flashbacks que reconstruyen el romance de Sand y Toki son de un infantilismo digno de Barrio Sesamo y la fiesta montada por Janicot (buitre incluido) a la que acude invitado Sand es de lo menos animado que se ha visto en pantalla (una exotic dancer provoca con sus repetidos movimientos la hilaridad del respetable). El apartado musical lo delego para una próxima entrada.


Lo mejor de la función transcurre en el tercio final: un absurdo ritual nocturno tan decorativo como inane da pie al posterior combate final en el cubil de Janicot (previa captura de nuestros héroes) donde la particular arquitectura escheriana del mismo anticipa sin pretenderlo la estructura de muchos videojuegos de lucha, sucediéndose combates de todo a cien, lo que permite moverse al gran Jim Kelly. Por otro lado, se tiene la sensación de que el villano de la función tiene alquilado el antro en el que habita (una hermosa villa de formas latinas): corre sin saber a donde ir y acaba escondido en las oscuras mazmorras donde encontrará su merecido final. Entetenimiento asegurado para sus largos ochenta y tantos minutos.


Black Samurai (1977) con sus evidentes torpezas es un clásico de eso que en USA llaman ultracrappy (por estos lares, cine basura), y una nueva demostración del tipo de comic movies que desplegó nuestro añorado Jim Kelly. El fim no fue producido por la compañía de Sam Sherman (productora habitual de Al Adamson), sino por la desconocida e invisible BJLJ International Corp. y junto a Kelly destaca la presencia de la neumática Marilyn Joi cuyos modelitos ocultan sus conocidas y ya retratadas curvas.

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