sábado, 21 de enero de 2012

HOT POTATO (1976)


La segunda y última producción que Fred Weintraub dedicó a Jim Kelly en solitario es una de las peores películas vistas recientemente. A priori se podía esperar un dinámico film de aventuras ambientado en Tailandia con dosificadas escenas de acción y el toque comic habitual en los títulos protagonizados por el Samurai Negro. El resultado sin embargo no puede ser más desolador. Una comedia de aventuras, sin ninguna gracia y completamente arrítmica, algo inconcebible en un film que tan solo aspira a ser un entretenimiento. ¡La película de aventuras que acabó con todas las demás! Pues ciertamente lo consiguieron aunque no como ellos esperaban.


La hija de un diplomático norteamericano es secuestrada por un hampón oriental que pretende chantajear al gobierno USA. Para rescatar a la infortunada víctima, se contactará con Jones un experto en artes marciales que reunirá un variopinto grupo que se internará en la selva para cumplir su ardua misión. Entre tortas, elefantes, bromas, romances y turismo transcurrirá la aventura.


Oscar Williams, que había escrito la popular Black Belt Jones (1974), guionizó y dirigió esta secuela más o menos oficial del simpático personaje interpretado por Kelly. Por el camino se perdió el aire cool urbanita y se optó por un tono abiertamente cómico que echa a perder completamente la película. En Black Belt Jones se apreciaba un tono paródico pero que estaba bien dosificado en el filme y en ningún momento restaba intensidad a las secuencias de acción. En Hot Potato (1976), sin embargo, todos los elementos parecen girar hacia un humor tortillero y despreocupado que rara vez logra el efecto deseado. Los chistes ni siquiera superarían el corte en un guión del Chapulín colorado.


Desafortunadamente, Hot Potato (1976) tampoco funciona como pieza psicotrónica y momentos para ello no le faltan. Nuestro grupo campero es atacado en cierto momento por una banda de ridículos monos-ninja que serían aprovechables en futuras aventuras almodovarianas pero que aquí superan los límites del ridículo. Incluso cuando el villano les cita como "amazing warriors", uno se pregunta si realmente se refiere a los citados atacantes.


En otra secuencia de acción, terriblemente larga y mal planificada, nuestro grupo heroico asalta una población con elefantes incluidos y un estilo marcial que es arruinado en todo momento por la dirección de Williams. Los chistes y las explosiones que la acompañan parecen recogidos de alguna producción oriental que se estaba rodando en los alrededores.


Y el culmen es la secuencia de flirteo colectivo, donde Williams detiene la película para que nuestros protagonistas se abracen un poco, se quiten algo de ropa y aprovechen el idilico paisaje con el que conviven (¿no estaban en una peligrosa misión de rescate?).


Para ser una producción al servicio de Jim Kelly, la acumulación de personajes le hacen pasar por un secundario más, solo distinguido por su peinado afro y su colorida vestimenta. El resto de personajes que reciben nombres tan pulp como Johnny Chicago, Carter Rangoon o White Rhino, van apareciendo en pantalla llenando minutos sin el mayor interés posible. En el caso del citado Rhino y sus chistes acaba provocando en el espectador un odio cercano a lo psicopático. Las coreografías ideadas por el propio Kelly pasan completamente desaparcibidas dada la impericia de Williams a la hora de rodarlas.


Hot Potato (1976) parece una de esas películas que los productores realizan aprovechando suculentos acuerdos foráneos sin que el resultado final parezca importarle a nadie. Una buena escusa para disfrutar de unas vacaciones pagadas en Tailandia pero que a las postre, le costó la carrera a Jim Kelly.


Por salvar algo de la película (ni siquiera su banda sonora cumple) destacar su espectacular poster y una secuencia de acción en un cementerio, unico momento bizarro e interesante de la misma. Una última curiosidad: Hot Potato compartió programa doble en algunas sesiones con Operación Dragón. Sería interesante comprobar el efecto de ambas producciones juntas.


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