viernes, 26 de febrero de 2010

FULL CLIP (2004)


La escena Hip Hop ha tenido a la blaxploitation como una de sus señas de identidad. La recuperación de sonidos, soundtracks, artistas e incluso actores ha estado a la orden del día y figuras como Snoop Dogg o Ice T han hecho muchas veces ostentación de ello. Un buen ejemplo sería la mitificación de un título como The Mack (1973) o el eco de escritores como Iceberg Slim o Donald Goines, cuya prosa es ripeada habitualmente por muchas estrellas rap. Hay una segunda variante, no menos impotante aunque nada novedosa, que es el lógico paso a la pantalla grande o pequeña, de muchos artistas Hip Hop. El vehículo escogido suele ser la action movie en formato DTV, donde pueden desarrollar muchas de las fantasías ya relatadas en sus canciones. De alguna manera, estos títulos siguen las líneas maestras planteadas por el cine de consumo afroamericano de los años 70 y el mercado manda al ofrecer con regularidad films de estas características.


Así, junto con los innumerables películas protagonizados por Cuba Gooding Jr. o Wesley Snipes, uno se puede encontrar con hip hop films como Propiedad Estatal y su secuela (2002-2005), Get Rich or Die tryin´ (2005), Waist Deep (2006) o el más reciente y en clave biopic Notorious (2009), fieles reflejos de la estética musical a la que representan. El caso de Full Clip (2004) sigue esta línea aunque con una pequeña matización. Su vinculación con la blaxploitation es más directa ya que rehace con poca fortuna un viejo título de Fred Williamson dirigido por Arthur Marks: Bucktown (1975).


Joshua Pope regresa a su localidad natal tras la muerte de su padre para reclamar la herencia que este le ha dejado (un viejo hotel, un Cadillac y algo de dinero). Sin embargo a su llegada se da cuenta que las cosas han cambiado mucho. La corrupción impera en todos los estamentos y la policía controla el negocio extorsionando a todo el mundo. Pope toma cartas en el asunto y con la ayuda de su viejo amigo Duncan y su equipo, limpian la zona. Sin embargo, la situación se le escapará de las manos y Pope se tendrá que enfrentar a sus viejos camaradas.


Pocas florituras se pueden hacer con una historia así y su director no se ocupa en ocultarlo. Film de acción repleto de tiroteos a dos manos y estruendosas peleas, diálogos al filo de lo imposible, poses duras acorde con la corporeidad de sus protagonistas, chulería cool, algo de drama impostado para que el protagonista intente hacer algo de interpretación…..Algunas escenas tienen algo de fuerza posiblemente debido a la intensa fotografía que le da a la película una sensación buscada de novela gráfica (algunos fotogramas acaban pasando a viñetas de un improbable e inexistente comic titulado The Tales of Joshua Pope), única aportación positiva de su realizador. Sin embargo el conjunto es repetitivo, abúlico y artificioso. Tampoco la escasez presupuestaria le ayuda demasiado y su director lo intenta esconder de manera habilidosa. La película la dirige Mink, la escribe Kantz , la protagonizan Busta Rhymes y Xzibit, la narra el exFugees Wyclef Jean y secundan los simpáticos Bubba Smith y Mark Boone Jr. Poco más puedo añadir al respecto.


lunes, 22 de febrero de 2010

THE BOOK OF ELI (2010)


Casi una década han tardado los Hermanos Hughes en ponerse detrás de las cámaras para ofrecernos un nuevo largometraje. Desde el estreno de su irregular From Hell (2001), insuficiente adaptación de la novela gráfica del casi siempre polémico Alan Moore, los gemelos Albert y Allen han estado ocupados produciendo algún que otro documental (Scratch) o dirigiendo algún trabajo para la televisión (Touching evil, Knights of the South Bronx…). En su regreso, lejos de volver a sus terrenos conocidos apuestan por un cambio de género con indicios de recuperación a nivel global: el futuro postapocalíptico en formato western, esta vez con un claro sesgo religioso. Protagoniza y produce Denzel Washington.


Un misterioso caminante vagabundea por las tierras baldias 30 años después de la gran luz. El superviviente llamado Eli llega a un pueblo en ninguna parte controlado por Carnegie, un peculiar tirano que aspira a encontrar el libro del conocimiento definitivo que le llevará a la reconstrucción de su reino particular. Eli, portador del citado libro, solo quiere llegar al Oeste donde una voz le indicó que debía llegar pero su trayecto se verá obstaculizado por los hombres de Carnegie. Eli es así un profeta, una especie de arcángel con la misión de llevar a buen puerto un tesoro vital para la reconstrucción de la humanidad.


Pocas novedades temáticas presenta el nuevo film de los hermanos Hughes. Fieles a las señas de identidad que han ido desarrollando en su obra, los directores vuelven a demostrar sus habilidades en la escritura fímica en detrimento del entramado argumental que lo desarrolla. Cineastas de clara influencia scorsesiana en el plano formal, los Hughes siempre han tenido como lastre la sensación de deja vu que siempre ha presidido las historias que nos han ido contando. En Menace to Society (1993) recreaban una crónica urbana arquetípica ya desarrollada en otras hood movies del momento o en las primeras obras de Spike Lee. The Dead Presidents/Dinero para quemar (1995) jugaba con la nostagia blaxploiter en un film con ramalazos ideológicos próximos a su coetáneo Forrest Gump. Además The Dead Presidents/Dinero para quemar (1995) quedaba finalmente desbordada por una ingenuidad argumental que entorpecía la fábula narrada por el film (enésima versión del racismo postvietnam inmerso en un imposible intento de encontrar el sueño americano). Su versión de From Hell (2001) se alejaba de los postulados y obsesiones desarrollados por Alan Moore en la obra homónima, para contarnos con estética brillantez los tristes crímenes de Whitechapell, en un vehículo al servicio de Johnny Depp.


El Libro de Eli (2010) sigue las coordenadas puestas por clásicos como A Boy and his Dog (1975) o la saga Mad Max: una oscura reflexión sobre nuestra civilización decadente en la crónica de algunos de sus supervivientes. Sin embargo, los Hughes no nos sermonean en exceso. Hacen un film directo, entretenido, bien dialogado e interpretado, con una excelente fotografía, impactantes secuencias de acción, curiosos giros argumentales y que ofrece una lectura cristiana para la supervivencia del ser humano. El film no engaña a nadie y su mixtura de western postapocalíptico le dota de fuerza en sus presupuestos ideológicos (no entro a juzgar si estamos ante una obra conservadora o reaccionaria).


De alguna manera, estamos ante un cruce del fallido Mensajero del Futuro (1997) y la recién estrenada La carretera (2010), de la que la película de los Hughes sería un apéndice más ligero y comercial. Entre los aspectos reseñables del film señalar un excelente Gary Oldman, la inesperada aparición de una bellísima Jennifer Beals, el siempre resultón Tom Waits y como es habitual un bienvenido Malcolm Mcdowell, en un breve papel. Mientras esperamos el regreso de Mad Max, este mesiánico El Libro de Eli (2010) nos servirá como correcto divertimento.


lunes, 15 de febrero de 2010

VIGILANTE (1982)*

Muchas Blaxplotation presentaron a héroes negros al margen de la ley, imponiendo su justicia a sangre y fuego mediante métodos bastante violentos. Títulos como Gordon´s War (1973), Trouble man (1972), Truck Turner (1973), Slaughter (1972), Slaughter ´s Big Rip-off (1973), The Black Six (1974), Three Tough Guys (1973) o incluso las aventuras del mismísimo Shaft son buenos ejemplos de ello.



Pero fue El justiciero de la ciudad (1974) película dirigida por Michael Winner y realizada a la mayor gloria de Charles Bronson la que puso de moda al vigilante urbano. El film, uno de los títulos más emblemáticos del cine de acción norteamericano setentero, incidía en los instintos más básicos del espectador de la época: desánimo ante el declive del sistema político occidental, la situación de crisis económica, dudas ante la efectividad de las fuerzas del orden, el evidente aumento de la criminalidad…. La temática no era novedosa. Innumerables westerns y películas de cine negro habían presentado ideas similares en contextos parecidos. Sangrientos pistoleros y personajes al margen de la ley habían escenificado todo tipo de venganzas en innumerables euro-westerns (uno de sus temas de cabecera). Pero lo que distinguía a la película de Bronson de otros modelos era mostrar una violencia sin tapujos desencadenada en una ciudad moderna, cuna del desarrollo humano.


Ya en los años precedentes, el cine había presentado a policías en la cuerda floja legal en títulos tan importantes como French Connection/Contra el imperio de la droga (1971) y Harry, el sucio (1971), convertidas con el paso del tiempo en auténticos clásicos. Muchas de estas películas, explotaron las situaciones violentas sin ningún tipo de rubor como la sangrienta saga de El exterminador. Otras, las más minoritarias, reflexionaron con agudeza sobre la figura del justiciero urbano, sus frustraciones y la propia sociedad que los generaba, caso del excepcional Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese, con un fascinante y posteriormente imitado Robert de Niro. Otros títlulos reseñables en la modalidad serían El ex-preso de Corea (1977, John Flynn), A la caza (1979, William Friedkin) y Ms45 / Ángel de venganza (1981, Abel Ferrara). Esta última es doblemente destacable, porque el viril justiciero era sustituido por una afligida e inocente joven, violada dos veces el mismo día, que eliminaba de forma contundente a sujetos poco recomendables.


Ya en los 80, y saltándonos la maraña de subproductos que invadieron los estantes videocluberos podríamos recuperar la estimable Vengador/Punisher (1988), primera y sin duda superior adaptación del personaje de comic creado en el seno de la Marvel tétricamente interpretado por Dolph Lungrend, acompañado en sus andanzas por el insustituible Louis Gosset, Jr.


En los últimos años parece haber un repunte de la temática en títulos dispares con clara vocación Blockbuster como la magistral Mystic River (2002), la muy resbaladiza La extraña que hay en ti (2007), la expeditiva y funcional Sentencia de Muerte (2006), la muy comercial Taken/Venganza (2008), la exitosa Gran Torino (2009) e incluso inesperadas incursiones británicas como Outlaw (2006) o la muy reciente y recomendable Harry Brown (2009), en la que un inesperado Michael Caine con todos sus achaques y a sus 77 años de edad vuelve a las calles para aplicar la ley del talión.


Vigilante (1982), la segunda película oficial del olvidado William Lustig es un título a recuperar. Una obra de escaso presupuesto hábilmente hilvanada y que juega inteligentemente sus cartas dentro de la temática que nos ocupa. Este western urbano, consecuencia directa del exitoso film de Bronson (de hecho, coincide en el tiempo con su secuela, llamada explícitamente en España Yo soy la Justicia), cumple las reglas básicas de estos films. La visión tétrica y sórdida de un Nueva York carente de justicia donde la ley la imponen un grupo de vigilantes (comandados implacablemente por The Hammer) se contrasta con la experiencia de un hombre cuya familia es destrozada por un grupo de pandilleros, uno de los cuales asesinará brutalmente al hijo del protagonista.


La película contiene todos los ingredientes del subgénero, pero su deshilvanada narración, las violentas escenas brillantemente estilizadas (los asesinatos adoptan la forma de auténticas ejecuciones) y la frialdad de sus imágenes muy bien apoyadas por su cuidada fotografía, la convierten en una obra menor aunque reivindicable. Robert Foster protagoniza este título donde nuestro Fred Williamson le roba por momentos el protagonismo organizando un grupo de vigilantes, persiguiendo a algún que otro desaprensivo y en uno de los momentos menos políticamente correctos de la cinta lanzando una arenga a favor de la autodefensa que puede dejar perplejo a espíritus moderados y cuidadamente progresistas. La película fracasó aunque fue recuperada posteriormente gracias al miniculto alcanzado por alguno de sus protagonistas: los citados Foster y Williamson, a los que hay que unir a Woody Strode , Joe Spinell e incluso el músico Willie Colon.


*El presente texto apareció anteriormente integrado en un artículo que escribí sobre el director William Lustig para la publicación vallisoletana "20 ML" y que posteriormente recuperé para "Psychotronic Kult Video". Tan solo he modificado y actualizado algunas partes del mismo.