Colocar a Scatman Crothers como dueño de una escuela de artes marciales puede parecer una locura o siendo suaves, un tanto paradójico. Sin embargo, es un buen termómetro para saber por donde fluyen las ideas de Cinturón Negro (1974), primer vehículo creado por los productores Fred Weintraub y Paul Heller para explotar la popularidad de Jim Kelly.
El fallecimiento de Bruce Lee obligó a buscar alternativas validas para un mercado donde crecía el interés en todo lo relacionado a patadas, saltos, chillidos y demás parafernalias marciales. En Hong Kong pronto se pusieron las pilas para vender gato por liebre y dar a Occidente lo que andaban buscando. Clones y réplicas del finado Lee llenaron las pantallas para sonrojo de los amantes del cine más clasico cuya integridad mental vieron perturbada por estea multitud de enloquecidos freaks. Por otro lado, en América se buscaba algo dentro de la nueva moda que los identificase y a ser posible de pura cepa, preferiblemtente wasp, y así surgen los primeros intentos del bueno e imperturbable Chuck Norris delante de las cámaras. Pero en los primeros 70, el negro era el color más bello y más rentable, y Jim Kelly fue un intento en principio sólido para conseguir el objetivo: la primera estrella del cine de artes marciales negra.
Unos mafiosos italianos quieren hacerse de todas las maneras posibles con el edificio que ocupa la escuela de Karate de Papa Byrd (Scatman Crothers). Para ello y no ensuciarse mucho las manos, utilizan a la banda de Pinky, unos maleantes afroamericanos que controlan la zona. Byrd es asesinado de manera accidental y los muchachos de la escuela llaman a Jones, un experto en artes marciales que vive en la playa y suponemos que trabaja para el gobierno. Para animar el asunto llega Sidney (Gloria Hendry), la hija de Pop Byrd que decide ocuparse del negocio. Entre ambos y algunas incorporaciones deciden enfrentarse a todos los maleantes que van contra ellos.
Black Belt Jones sigue el esquema habitual en el soja western del enfrentamiento de escuelas: aquí la escuela de karate afroamericana y los delincuentes de la zona liderados por Pinky que ocupan unos billares. El tono como en las citadas epopeyas orientales es lúdico, ligero y altamente festivo. La trama es una pequeña excusa para engarzar las escenas de acción que se van dosificando a lo largo del metraje sin excesivos contratiempos. Prima el tono infantil e ingenuo, una violencia cercana a los dibujos animados, un trazo caricaturesco en el retrato de personajes y un dinamismo en las escenas de acción que sobresalen sobre el conjunto. El dramatismo de las situaciones más extremas es rapidamente estirpado. Se destaca ante todo el hecho superficial e instintivo sobre el gesto emotivo e introspectivo.
Black Belt Jones juega sus mejores bazas en las citadas set pieces marciales: el asalto a la finca de los mafiosos italianos, el combate desarrollado en el almacén y a continuación en un vagón, y el conocido climax final entre camiones y espuma. Kelly y Hendry tienen química y aunque sus personajes funcionan sobre estereotipos ya conocidos rapidamente provocan la empatía en el espectador. Kelly personifica un personaje de indiscutible atractivo físico, resuelto, abiertamente cool y muy cercano a los protagonistas del mundo del comic de la época. Por su parte, Gloria Hendry empieza como mujer dura y de armas tomar pero acaba seducida y limpiando la basura que va amontonando su compañero en el citado parking.
Dirige con eficacia y sin problemas todo un especialista en cine de acción como Robert Clouse, cineasta al que habitualmente se le suelen restar todo tipo de meritos al hablar de sus epopeyas marciales (la mejor de las películas de Lee la dirigió Clouse, por más que siempre se deleguen los logros en los técnicos chinos). Del guión se ocupó Oscar Williams que posteriormente se ocupó de la desastrosa continuación de las aventuras de Black Belt Jones y en el montaje nos encontramos con una de las grandes figuras de la modalidad: Michael Kahn.
No olvidamos el apartado musical aquí a cargo de Luchi de Jesus que compone una juguetona banda sonora de ritmos afro y que se beneficia además de la colaboración de Dennis Coffey, mítico guitarrista de los Funk Brothers, que nos regaló para la posteridad unos de los grandes hits de la música blaxploiter. Cinturón Negro (1974) es una perfecta excusa para rememorar las sesiones matinales de los desaparecidos cines de sesión continua.
El fallecimiento de Bruce Lee obligó a buscar alternativas validas para un mercado donde crecía el interés en todo lo relacionado a patadas, saltos, chillidos y demás parafernalias marciales. En Hong Kong pronto se pusieron las pilas para vender gato por liebre y dar a Occidente lo que andaban buscando. Clones y réplicas del finado Lee llenaron las pantallas para sonrojo de los amantes del cine más clasico cuya integridad mental vieron perturbada por estea multitud de enloquecidos freaks. Por otro lado, en América se buscaba algo dentro de la nueva moda que los identificase y a ser posible de pura cepa, preferiblemtente wasp, y así surgen los primeros intentos del bueno e imperturbable Chuck Norris delante de las cámaras. Pero en los primeros 70, el negro era el color más bello y más rentable, y Jim Kelly fue un intento en principio sólido para conseguir el objetivo: la primera estrella del cine de artes marciales negra.
Unos mafiosos italianos quieren hacerse de todas las maneras posibles con el edificio que ocupa la escuela de Karate de Papa Byrd (Scatman Crothers). Para ello y no ensuciarse mucho las manos, utilizan a la banda de Pinky, unos maleantes afroamericanos que controlan la zona. Byrd es asesinado de manera accidental y los muchachos de la escuela llaman a Jones, un experto en artes marciales que vive en la playa y suponemos que trabaja para el gobierno. Para animar el asunto llega Sidney (Gloria Hendry), la hija de Pop Byrd que decide ocuparse del negocio. Entre ambos y algunas incorporaciones deciden enfrentarse a todos los maleantes que van contra ellos.
Black Belt Jones sigue el esquema habitual en el soja western del enfrentamiento de escuelas: aquí la escuela de karate afroamericana y los delincuentes de la zona liderados por Pinky que ocupan unos billares. El tono como en las citadas epopeyas orientales es lúdico, ligero y altamente festivo. La trama es una pequeña excusa para engarzar las escenas de acción que se van dosificando a lo largo del metraje sin excesivos contratiempos. Prima el tono infantil e ingenuo, una violencia cercana a los dibujos animados, un trazo caricaturesco en el retrato de personajes y un dinamismo en las escenas de acción que sobresalen sobre el conjunto. El dramatismo de las situaciones más extremas es rapidamente estirpado. Se destaca ante todo el hecho superficial e instintivo sobre el gesto emotivo e introspectivo.
Black Belt Jones juega sus mejores bazas en las citadas set pieces marciales: el asalto a la finca de los mafiosos italianos, el combate desarrollado en el almacén y a continuación en un vagón, y el conocido climax final entre camiones y espuma. Kelly y Hendry tienen química y aunque sus personajes funcionan sobre estereotipos ya conocidos rapidamente provocan la empatía en el espectador. Kelly personifica un personaje de indiscutible atractivo físico, resuelto, abiertamente cool y muy cercano a los protagonistas del mundo del comic de la época. Por su parte, Gloria Hendry empieza como mujer dura y de armas tomar pero acaba seducida y limpiando la basura que va amontonando su compañero en el citado parking.
Dirige con eficacia y sin problemas todo un especialista en cine de acción como Robert Clouse, cineasta al que habitualmente se le suelen restar todo tipo de meritos al hablar de sus epopeyas marciales (la mejor de las películas de Lee la dirigió Clouse, por más que siempre se deleguen los logros en los técnicos chinos). Del guión se ocupó Oscar Williams que posteriormente se ocupó de la desastrosa continuación de las aventuras de Black Belt Jones y en el montaje nos encontramos con una de las grandes figuras de la modalidad: Michael Kahn.
No olvidamos el apartado musical aquí a cargo de Luchi de Jesus que compone una juguetona banda sonora de ritmos afro y que se beneficia además de la colaboración de Dennis Coffey, mítico guitarrista de los Funk Brothers, que nos regaló para la posteridad unos de los grandes hits de la música blaxploiter. Cinturón Negro (1974) es una perfecta excusa para rememorar las sesiones matinales de los desaparecidos cines de sesión continua.
Vista hace milenios en un genuino cine de barrio -de antes de que el término fuera degradado por Parada & Cía.- apenas la recuerdo; su crónica excita las ganas de revisión...
ResponderEliminarYa sabrá usted de la gran fortuna que estas pelis (y los spaguetti westerns) suscitaban entre los hermanos de los guetos jamaicanos; Lee "scratch" Perry, al frente de sus legendarios Upsetters, dedicó un disco entero al kung fu, "Enter the dragon" con killer instrumentals magistrales, entre los que destaca poderosamente el tema "Black Belt Jones"...
¡Happy Black new year, Jamaa Fanaka!
...¡¡Y con Scatman Crothers, del que solo he podido oir un magistral disco junto a nada menos que Cab Calloway...!!
ResponderEliminarSiempre encantado con su sabiduría Abuelito. Me apunto ambas referencias musicales. Y si en tiempos de crisis no estaría mal volver a esos añorados cines de barrio para disfrutar "joyas" como esta.
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