Africa ha sido devastada por una breve guerra atómica y sus habitantes huyen por el mundo. Al cabo de un año, dos millones de africanos han llegado a Gran Bretaña, y poco después la desesperación se transforma en violencia, la violencia en anarquía y la anarquía en guerra civil. A través de los ojos de Alan Whitman vemos las consecuencias del conflicto y la experiencia vital de los supervivientes.
Escrita hace más de cuarenta años, la segunda novela de Christopher Priest es una estimable e inquietante distopia con una problemática muy cercana en las últimas decadas. Lejos de apostar por un escenario apocalíptico provocado por la invasión alienígena de turno, Fuga para una isla plantea una situación más real que invita a la reflexión y al sosiego en su lectura.
Obra ágil, estructurada a base de flashbacks y flashforwards, empleando una serie de pequeños capítulos (más bien escenas), el lector acaba conociendo la situación global de la catástrofe a la vez que el dilema personal de nuestro protagonista. Whitman es un hombre normal, con sus aciertos y defectos, que le toca experimentar una situación personal que se prolonga en el estado de caos provocado.
Priest evita hacer consideraciones banales, ni maniqueismos baratos para incitar al lector con trucos complacientes. No faltan las consideraciones políticas, sociales e incluso sexuales, ni tampoco una clara crítica a la situación planteada. Aunque se avanza y se vuelve atrás constantemente en la narración, todos los pequeños episodios se van configurando como un todo dejando en el lector una sensación extraña y familiar, muy similar a la provocada posteriormente en La carretera. Un título reivindicable y más cercano de lo que pudiera parecer a primera vista.
Escrita hace más de cuarenta años, la segunda novela de Christopher Priest es una estimable e inquietante distopia con una problemática muy cercana en las últimas decadas. Lejos de apostar por un escenario apocalíptico provocado por la invasión alienígena de turno, Fuga para una isla plantea una situación más real que invita a la reflexión y al sosiego en su lectura.
Obra ágil, estructurada a base de flashbacks y flashforwards, empleando una serie de pequeños capítulos (más bien escenas), el lector acaba conociendo la situación global de la catástrofe a la vez que el dilema personal de nuestro protagonista. Whitman es un hombre normal, con sus aciertos y defectos, que le toca experimentar una situación personal que se prolonga en el estado de caos provocado.
Priest evita hacer consideraciones banales, ni maniqueismos baratos para incitar al lector con trucos complacientes. No faltan las consideraciones políticas, sociales e incluso sexuales, ni tampoco una clara crítica a la situación planteada. Aunque se avanza y se vuelve atrás constantemente en la narración, todos los pequeños episodios se van configurando como un todo dejando en el lector una sensación extraña y familiar, muy similar a la provocada posteriormente en La carretera. Un título reivindicable y más cercano de lo que pudiera parecer a primera vista.
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